Ángel FIDALGO

Claveles rojos, un poema de Miguel Hernández en recuerdo de las Brigadas Internacionales y críticas al paro y a los empresarios centraron el acto que se celebró ayer en la fosa común del cementerio civil de San Salvador, en la que están enterrados los fallecidos en defensa de la II República.

El cielo despejado y una ligera brisa del Nordeste atrajeron a más personas que el año pasado, en el que la lluvia y el frío fueron los denominadores comunes de toda la mañana republicana.

Más de un millar de nombres están inmortalizados sobre unas lápidas negras, esculpidos en mármol, que rodean dos caras de la fosa común civil. En el medio hay un monolito y sobre él ondearon ayer dos banderas republicanas, una de ellas con el nombre de Asturias bordado. Después, el césped de la fosa común se llenó de claveles rojos que fueron arrojados por un buen número de los asistentes. Las flores se repartían a la entrada a todos los asistentes, como todos los años.

Los organizadores del acto no tuvieron pelos en la lengua para la autocrítica en las palabras que pronunciaron durante el acto. «Cuando hay seis millones de parados algo está saliendo mal, ya que el empleo es el primer pilar de la justicia social», advirtió el orador.

«Algo hicimos mal para permitir que se llegara a esta situación, por eso tenemos una parte de culpa. El empleo lo dan los empresarios, pero el reparto del trabajo teníamos que haberlo hecho nosotros», apostilló el orador en medio de los aplausos de los asistentes.

Eran algo más de cien, y entre ellos se encontraban Antonio Masip, ex alcalde de Oviedo y parlamentario europeo; el sindicalista de la CSI Juan Manuel Martínez Morala y representantes de los grupos municipales del PSOE y de IU, como Alfredo Carreño y Roberto Sánchez Ramos, «Rivi». El ex senador socialista José Antonio Alonso también acudió un año más al acto.

El monolito que hay en el exterior del cementerio que recuerda a los caídos por la República y el nicho donde reposan los restos del comandante Ros, jefe de la Guardia de Asalto y muerto en la defensa del cuartel de Santa Clara, fiel a la República, también tuvieron su tradicional ofrenda floral.