Entre ondas y explosivos
El químico ovetense Alberto Mairlot cumple cien años vividos entre la fábrica de La Manjoya y las comunicaciones

Alberto Mairlot Chaudoir, ayer, en su domicilio de Oviedo. | miki lópez
Ángel FIDALGO
El químico ovetense Alberto Mairlot Chaudoir, también conocido por ES1BC entre los radioaficionados -fue campeón del mundo- cumple 100 años el domingo. Durante cuarenta y cinco años fue jefe técnico de fabricaciones en la empresa Explosivos Riotinto, en La Manjoya. Su familia, setenta y cinco en total, lo celebrará mañana con una misa en la iglesia del Corazón de María y una merienda en el Club de Tenis.
«Me siento muy bien, y contento de cumplir 100 años con salud, pero sobre todo estoy orgulloso de toda mi familia, de mis tres hijas, mis yernos, quince nietos y veintinueve bisnietos», comentaba ayer. «Estoy muy satisfecho de todo lo que he vivido, y de las aficiones que he disfrutado, que además de la telegrafía que ha llenado mi vida han sido la fotografía, el tiro al plato, la pesca, la caza y viajar con mi esposa, Germana», añadió con envidiable vitalidad.

Entre ondas y explosivos
En 1928, cuando tenía 17 años, junto a su hermano Edmundo, se enganchó al mundo de las comunicaciones. Era la época de la radio de galena. En Asturias fue uno de los pioneros. Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, junto con compañeros de Francia y el Reino Unido, se convirtieron en poco tiempo en estaciones amigas con las que intercambiaban información y también ilusiones. Posteriormente llegaría a comunicar con prácticamente todo el mundo, primero con la telegrafía y posteriormente con la telefonía.
Su afición le permitió conseguir medicamentos que hacían falta con urgencia, e incluso comunicar el fallecimiento de un familiar que provocó el desmayo de la persona que se encontraba al otro lado de la comunicación.

Entre ondas y explosivos
Una comunicación inolvidable fue la que logró hacer en el año 1934 con el americano Byrd, en la Antártida, donde pasó un invierno y donde estuvo a punto de morir. Más adelante comunicaría con el archiduque Otto de Austria el 21 de febrero de 1934, al que posteriormente tuvo la oportunidad de conocer personalmente en Oviedo, durante uno de los viajes que hizo a España. También fue el único testigo español, ya en el año 1956, de una expedición que salió desde Tahití hasta las costa de Chile a bordo de una balsa construida con troncos de bambú. En resumen, una vida intensa generosamente recompensada.

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