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"Perico" se mete a emprendedor

El cuerpo disecado del oso compañero de "Petra" en el Campo San Francisco permanece "olvidado" en una sala del talud de La Ería

El oso "Perico", en la sala del talud de La Ería en la que está recogido. Miki López

El oso "Perico" comparte espacio con los emprendedores ovetenses. Aunque ellos no lo saben. El compañero de aventuras de "Petra" en el Campo San Francisco de los años cincuenta permanece disecado en el talud de La Ería. El esbardo, dentro de una urna de cristal, está en una oscura sala sin uso aparente de la planta baja del edificio en el que se cuecen novedosos proyectos empresariales. Reposa inmóvil a escasos metros de una de las aulas de reuniones.

De vez en cuando, un joven usuario del llamado espacio de "co-working" (trabajo en equipo) se encuentra con el plantígrado por error, en plena búsqueda del baño, y regresa a su mesa más pálido de lo normal. Pertenece a una generación posterior a la de la pareja de oseznos que llegó al pulmón de la ciudad en 1950 procedente de Somiedo, cuando un cazador furtivo mató a palos a su madre. Desconoce que el macho murió a los cuatro años repentinamente y que la hembra lo hizo en 1976, con una edad muy avanzada y tras sufrir una paraplejia. Los ciudadanos que nacieron después de la desaparición de "Petra" tienen que acudir a la hemeroteca -de papel o en internet- y a los álbumes familiares de fotos para conocer la historia de los osos que vivieron en el centro de Oviedo. No existe una placa informativa en el Campo, por debajo del paseo del Bombé o a la altura del Aguaducho, en los actuales juegos infantiles, que atestigüe que allí estuvieron los osos.

Primero, una cadena de hierro sujeta al cuello limitó sus movimientos a un paseo circular, que los carbayones llamaron "el tranvía" y que pronto el Ayuntamiento decidió cortar para construir una jaula de color verde, con forma de cúpula, gruesos barrotes y una malla metálica como medida de seguridad contra los zarpazos. El cuidador José Pérez, "Pepín", se hizo cargo de los osos durante más de un cuarto de siglo. Aparece en gran parte de las imágenes de aquella época rodeado de niños y barquilleros vendiendo cucuruchos y galletas de miel.

La cronista oficial de Oviedo, Carmen Ruiz-Tilve, aboga por la creación de un museo de la ciudad para exponer "los símbolos del municipio, como por ejemplo "Perico"". Para Ruiz-Tilve, "no tiene sentido que el animal esté cogiendo polvo y ande de un sitio para otro como si no fuera digno". Cuando murió, un taxidermista se hizo cargo de sus restos, los disecó y los metió en una urna que adornó varios años la entrada del antiguo parque de servicios, en la hoy calle Fernando Alonso. Su segundo destino fue el almacén del antiguo matadero, donde ahora se levanta el centro comercial Los Prados. Antes de la inauguración del talud de La Ería en 2010, "Perico" estuvo escondido, lejos de miradas indiscretas, en una nave industrial de Olloniego, y a punto estuvo de acabar en el vertedero por un error en el inventario municipal.

"Petra" no corrió la misma suerte que su compañero. Fue donada a la ciencia para que los estudiantes de Biología hicieran prácticas. En lugar de caer en el olvido, su cráneo forma parte del material didáctico del campus universitario del Cristo.

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