"Todos los que fueron discípulos de Ortega y Gasset escribían muy bien. Julián Marías, el más destacado de todos ellos, fue un prosista tan brillante como su maestro. Fue un buen escritor que adaptó su prosa a las circunstancias de cada día. Su prosa no dependía del ingenio sino del concepto"· Así se refirió ayer, entre otros términos elogiosos, el escritor y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA Ignacio Gracia Noriega a la obra y la persona del filósofo, ensayista y escritor Julián Marías con motivo del centenario de su nacimiento en Valladolid, tal día como ayer de hace cien años. El escritor asturiano estuvo acompañado en este homenaje por el vicepresidente de Nódulo Materialista, Tomás García López, que presentó a los intervinientes, y el filósofo Rubén Franco González, en un acto que se celebró en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA.

Gracia Noriega abordó la faceta literaria del que fuera premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 1996, compartido con Indro Montanell, así como fundador junto a Ortega y Gasset, su maestro y amigo, del Instituto de Humanidades en Madrid en 1948. Así señaló el autor asturiano que "Marías le dio mucha importancia al escribir bien. Llegó a introducir elementos vivos en una prosa que, dependiendo del tema que tratara, debía de ser aséptica. También fue importante su labor como crítico cinematográfico. Tanto en el cine como en la literatura él valoraba la obra tanto como el contenido. Fue un escritor con gran proyección en Hispanoamérica, aunque su alcance era universal", resaltó Gracia Noriega.

Rubén Franco aludió en su intervención a la faceta política del autor dando un repaso a su biografía y algunos de los sucesos que marcaron su vida. "Marías fue un outsider, un hombre independiente, liberal. Un hecho que le marcó fue el fallecimiento de su mujer, Dolores Franco, algo que durante un tiempo le sumió en una depresión y le llevó inclusive a replantearse sus convicciones cristianas y católicas", dijo.