Más de seis décadas de uso, 39.168 kilómetros a sus espaldas (poco más de 630 al año, unos 21 viajes Oviedo-Gijón), 1.800 kilogramos de peso, un consumo de 15 litros cada 100 kilómetros y un interior sobrio en el que sólo destaca una radio y un paraguas. Estos son algunos de los poderes del Rolls-Royce Silver Wraith que estará expuesto hasta hoy en el Auditorio dentro de la muestra sobre la historia de la Guardia Real. En su interior sólo se han sentado jefes del Estado patrios (Franco, el Juan Carlos I y los reyes Felipe y Letizia) y los de países extranjeros que llegan en vista oficial a España. El Rolls que Letizia "heredó" de Franco -"si fuera el coche de Franco sus herederos ya lo habrían reclamado", aclaran desde la Guardia Real insistiendo en que el vehículo pertenece al Ejército de Tierra- forma parte del parque móvil de la Casa Real en el que destacan otros tres Rolls, en este caso modelo Phantom IV. Los cuatro fueron adquiridos a lo largo de la década de los años 50 del siglo pasado para dotar a Franco de transporte durante los grandes fastos del régimen. Rolls-Royce sólo construyó 18 unidades del Phantom IV, destinados todos ellos a casas reales.

Una vez restaurada la democracia, los vehículos comenzaron a ser usados por el rey Juan Carlos, pero sólo en contadas ocasiones, como las coronaciones, celebraciones espaciales o en la boda de Felipe y Letizia. Los coches se han mantenido en servicio dado que, según explica el comandante Emilio Galindo, responsable de la sala histórica de la Guardia Real, ya no se fabrican vehículos en los que prácticamente se pueda entrar de pie. Algo muy práctico sobre todo para las damas, que en el tipo de eventos en los que se utilizan los Rolls reales suelen vestir con largos vestidos.

El Rolls que se encuentra en Oviedo es usado como coche de respeto. El vehículo circula cerrando los grandes desfiles u actos oficiales en los que los Rolls de la Casa Real participan como coche de repuesto en el caso de que el "titular" sufra algún tipo de avería, lo que no ocurre con mucha frecuencia. Eso sí, "es complicado conducir", reconoce Galindo, que destaca, entre otras cosas, la ausencia de retrovisores exteriores. Aunque la joya de la corona del parque móvil de la Guardia Real es el Mercedes G4 que Hitler regaló a Franco a comienzos de los años 40 y que muchos confunden con el Rolls que Letizia "heredó" de Franco.