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Las agujas que tejen la lírica

En plena cuenta atrás para el estreno de "Las bodas de Fígaro", así es una jornada en el taller de Nadia Balada, jefa de vestuario de la Ópera de Oviedo, y su equipo de costureras

Las agujas que tejen la lírica

Entrar en el taller de vestuario del teatro Campoamor es como atravesar directamente el corazón de la Ópera de Oviedo. Aquí, durante los seis meses que dura la temporada lírica de la ciudad, cuatro magas utilizan sus agujas y sus hilos para cargar de sentimientos a los personajes que conforman cada uno de los títulos. La encargada de dirigirlas con su batuta es Nadia Balada (Barcelona, 1980), jefa de vestuario de la Ópera de Oviedo desde hace cuatro temporadas.

Quedan menos de dos semanas para que se estrene la tercera ópera de la temporada, "Las bodas de Fígaro", de Wolfgang Amadeus Mozart, y el taller en el que trabajan a diario Julia Díaz-Faes, Christine Tavier, Ana Álvarez y Verónica Paredes, echa humo. "No tenemos un horario fijo, lo vamos adaptando según las necesidades de cada jornada. Si tenemos arreglos y pruebas con el coro o los cantantes, como ahora, venimos por la mañana y por la tarde; pero cuando empiezan las funciones, venimos solo por la tarde", cuenta Ana Álvarez. "Bueno, venimos por la tarde porque cuando acaba la función, nuestro trabajo no termina. Tenemos que poner lavadoras, tender la ropa, colgar lo que no se lava para que se arrugue lo menos posible, reparar si algo se ha estropeado o modificar todo lo que se haya visto que hay que mejorar. Así que, empezamos por la tarde pero acabamos de madrugada", añade Christine Tavier. La conversación se desarrolla en la gran mesa que preside el taller, llena de hilos, agujas y dedales, sin que ninguna de las cinco levante casi la mirada del trabajo que está realizando. "No podemos perder ni un minuto, que aquí los tiempos van muy medidos", explica Julia Díaz-Faes.

Las razones que las han traído hasta aquí son muy diferentes, pero el embrujo de la ópera las ha atrapado a todas por igual. Nadia Balada empezó su carrera en la escenografía en el teatro Liceo de Barcelona. "Realicé las prácticas de la carrera con Alfons Flores y tuve la suerte de que me contratara. Estuve trabajando 7 años con él. Me llevó a muchos sitios, y esos sitios luego me llamaron a mí porque sabían como trabajaba", explica. Esta es la cuarta temporada que pasa en Oviedo, y aunque echa mucho de menos Barcelona, reconoce que está muy cómoda en Asturias. "Lo bueno de trabajar en un sitio pequeño es que estás en todas las partes del proceso. En el Liceo se funciona por turnos. Aquí todas participamos en las pruebas de vestuario, en las funciones, en los arreglos de las prendas y en la confección. Allí hay más medios, pero la estructura es más de empresa. En la Ópera de Oviedo todo es artesanal y eso la hace especial". Julia Díaz-Faes llegó hace dos temporadas al Campoamor después de dar muchas vueltas. "Me gustaba la moda, la confección y el patronaje. Tuve la suerte de estar cinco años cantando en el coro de Zarzuela, y siempre me gustó la parte de la sastrería".

Su compañera Verónica Paredes también empezó en este mundo cantando. "Cuando cantaba ya veía todo lo que se hacía detrás de los escenarios, y me gustaba mucho. Mi madre cosía, así que, hace dos temporadas, cuando me ofrecieron venir al taller, acepté sin pensármelo", comenta.

Christine Tavier entró en el taller gracias a una amistad. "Necesitaban personal de refuerzo y me cogieron. Me gustó mucho y me desenvolví bien. Luego me quedé para la temporada de Zarzuela y, un año después, me volvieron a llamar para que hiciera también la ópera. Y así llevo ya tres años". Ana Álvarez es la más veterana del equipo. "Me dedicaba a la sastrería de calle y una conocida que trabajaba aquí me comentó que necesitaban gente. Vine, probé y me enganchó. Tanto que ya llevo 15 años", dice entre risas.

La complicidad entre ellas es más que evidente. Si una necesita las tijeras solo tiene que levantar la vista e inmediatamente una de sus compañeras se las acerca. El espacio no es muy amplio, pero los movimientos son más que ordenados. La concentración y el silencio son las notas dominantes, sobre todo cuando están realizando confecciones y arreglos. "A veces ponemos la radio o trabajamos con la música de los ensayos, porque aquí escuchamos todo", indica Díaz-Faes. Y es que, con cada producción nueva, su trabajo empieza otra vez de cero. "Una vez que recibimos el vestuario, abrimos las cajas para organizarlo por personajes. Luego empiezan las pruebas para ver lo que hay que adaptar, lo que hay que confeccionar o comprar. La primera vez que vestimos a todos los integrantes de la ópera es en el antepiano. Ahí yo veo con el diseñador y el director, o solo con el director si no hay diseñador, cómo ha quedado todo y si tenemos que modificar algo. También nos sirve para controlar los tiempos que tenemos para cada cambio durante la función y así adaptar el 'backstage' de vestuario. En el ensayo pregeneral y en el general volvemos a vestir y comprobar todo. Y el último paso son el estreno y el resto de funciones, en las que toca vestir a los cantantes y hacer las labores de mantenimiento de todas las prendas", explica Balada.

Hoy han llegado a las 10 de la mañana. Estaba programada una prueba de vestuario con un solista a las 10.30 y tenía que estar todo listo. "Salió bien, hay que adaptarle poco". Esta tarde, a las 16.30 está citada otra cantante. "Y mañana tenemos a todos los del coro, hombres por la mañana y mujeres por la tarde", añade Balada. Lo cuenta mientras revisa las listas de las citas programadas y se levanta cada poco a revisar las etiquetas que cuelgan de las prendas distribuidas en burros por uno de los pasillos del Campoamor. Mientras, sus costureras planean cómo reducir dos tallas de un traje sin hacer ningún corte. "No podemos cortar, tenemos que apañárnoslas para esconder la tela y que no se note. Y además que el que lleve la prenda puesta esté cómodo", asegura Verónica Paredes. Quedan pocos días para el estreno, pero aquí reina la tranquilidad. "Somos muy perfeccionistas, así que sabemos que todo saldrá bien", dice Balada.

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