La Orden de Predicadores, los Dominicos, inician hoy los actos de celebración en todo el mundo del 800 aniversario de su fundación. Será 2016 un año jubilar que cerrará el papa Francisco el 22 de enero de 2017. La iglesia parroquial de Santo Domingo de Oviedo acoge mañana a las 12.30 horas una misa, como arranque de este programa conmemorativo. Ricardo Aguadé Rodríguez es el prior de la comunidad de dominicos que regenta la parroquia y el colegio, una de las grandes referencias educativas de la capital asturiana. En esta entrevista habla del espíritu dominicano, "tolerante, abierto, democrático".

-¿Qué aportan los dominicos a la Iglesia de hoy?

-Supongo que lo que desde el principio Santo Domingo pretendía aportar, pero actualizado al momento. Algo fundamental para nosotros ha sido siempre la importancia del estudio y la reflexión. Estudio, para poder interpretar lo que la palabra de Dios, en cada época, puede tener que decirle a las personas. Y reflexión en todos los campos de las Humanidades: no sólo en la Teología, también en la Filosofía, en la Ciencia... Lo que los dominicos aportan es hablar a las personas de Dios con un lenguaje inteligible en estos momentos y no sólo de palabra, también con los hechos, con las misiones que tiene la Orden. Y otra de esas aportaciones, que siempre estuvo muy arraigada en nosotros, y que mucha gente desconoce, es el talante de libertad, el talante democrático de los dominicos.

-¿En qué sentido?

-En los Dominicos, desde el principio, todos los cargos, todas las decisiones, se tomaron de una manera democrática, de abajo arriba. Los superiores, los priores, los provinciales, el Maestro de la Orden, siempre fueron elegidos para un periodo y desde abajo, desde la base, desde los frailes. Y eso, aparte de una forma de gobernarnos, también es un talante. Talante de apertura a lo novedoso, de corresponsabilidad, de que no haya una figura carismática que lo dirija todo, sino una diversidad de frailes, pero coincidiendo en lo esencial. Hoy en día, que se camina a un pensamiento único, eso es muy importante. Es una aportación que intentamos seguir haciendo: libertad, espíritu democrático y una reflexión encaminada a transformar la realidad y la vida de las personas.

-¿Habla de los dominicos como precursores del sistema democrático?

-Hay una cierta base histórica para eso. Cuando se redactó la Constitución de EE UU, uno de los documentos que se consultó para elaborar el sistema bicameral de congreso-senado fue la organización de nuestras comunidades religiosas. Tenemos el capítulo, en el que están todos los frailes, y luego el prior tiene un consejo para cosas más urgentes. Nosotros funcionamos de abajo hacia arriba, algo que contrasta un poco con lo que es la Iglesia, que más bien suele ser de arriba a abajo. Todos los dominicos y los que hemos estudiado en colegios de dominicos hemos mamado ese espíritu democrático, y a veces en contraste con otros sitios, donde todo es más rígido.

-Las órdenes religiosas tradicionales están perdiendo peso en la Iglesia actual frente al auge de otros nuevos grupos...

-Esto es una carrera de fondo. Lo bueno de los dominicos es conjugar una larga tradición con saber adaptarse a las circunstancias. Es verdad que hay otros movimientos que tienen más peso hoy en la Iglesia pero lo importante no es figurar en los rankings, es tener claro lo que se quiere hacer y hacerlo con mucha humildad. No somos un fin, somos un medio para anunciar.

-Para predicar. Son la Orden de Predicadores. ¿Qué es predicar hoy?

-Se puede predicar de muchas maneras y la palabra ni es el único ni el principal medio. Hoy día quizá uno habla más con el testimonio, con la presencia, con el compromiso en determinadas situaciones y causas... A veces, cuando oímos la palabra predicar pensamos en alguien que se sube al púlpito y nos hecha un sermón. Pues no. Hoy en día predicar es estar en aquellos lugares donde se juega la dignidad humana. En sitios como estos, fuera de Europa, los dominicos están donde hay que predicar más con el testimonio que con la palabra. En general nosotros estamos para transmitir un mensaje positivo, alegre, bueno. No estamos para amargar más a la gente, no estamos para incidir en pecados. Todo lo contrario: vamos a resaltar todo lo que hay de bondadoso en la gente. Yo estudié en el colegio de Oviedo y me tocó la Transición y aquellos frailes nos abrían mucho la mente. Incluso a nivel de ideas políticas, de tolerancia. La verdad está muy repartida. No fomentamos el dogmatismo, fomentamos de inquietud para buscar. Ojalá conservemos eso siempre.

-¿Este Papa corre a favor del espíritu de su orden?

-Para mí este Papa ha sido el esperado. Siendo consciente de las muchas limitaciones y dificultades que va a tener, es un aire fresco y sintoniza perfectamente con la Orden. Vamos en una línea que merece la pena y si encima contamos con un apoyo moral como el del Papa, qué bien. Francisco está tendiendo muchas manos en temas espinosos: la Teología de la Liberación, los matrimonios, la homosexualidad... Es un talante distinto. No estamos aquí para condenar, ¿quién somos nosotros para condenar a nadie? Hay que respetar a las persona y hay que tender puentes. Esto es un empujón muy grande. Porque a veces no recibías empujones, recibías mazados.