"Las escuelas están sobrecargadas y no hay recursos para atender la alta capacidad", sostiene José Luis Pérez, psicólogo, miembro de Ayalga y autor del libro "A mí no me parece. Casos prácticos para comprender la alta capacidad" junto a Eva Alegría y Félix Ruiz Mahamud. El libro, que se presenta hoy en Oviedo, en la librería Santa Teresa a las siete y media de la tarde, es, según Pérez, un tratado eminentemente práctico, que recoge infinidad de casos y que puede ser útil tanto a las familias como a los educadores.

José Luis Pérez trabaja con Ayalga desde hace 17 años y cuenta que, por aquel entonces, había teorías que identificaban la alta capacidad con el buen rendimiento académico, un craso error en vista de que un gran porcentaje de los niños en las que ha sido detectada tiene serios problemas en el ámbito académico. "Un 75 por ciento está abocado al fracaso escolar. La alta creatividad conlleva tener funciones ejecutivas muy baja, falta de capacidad de organización y de atención, y esas son las cualidades que se priman en el ambiente escolar", explica. "Si se cuestiona la creatividad por la mala organización las personas con alta capacidad están abocadas al fracaso", afirma Pérez.

El psicólogo separa alta capacidad e inteligencia. "Las habilidades cognitivas dependen del desarrollo neuronal del cerebro. La alta capacidad es un crecimiento asincrónico de ese órgano: algunas partes se desarrollan antes de tiempo", explica, el error reside en que el sistema educativo "sigue envasando a los alumnos sin tener en cuenta sus habilidades y su ritmo de desarrollo".

José Luis Pérez llama la atención sobre la disparidad de criterios que existen sobre la alta capacidad. "En España, si vives en Andalucía para ser considerado de alta capacidad tienes que tener un coeficiente intelectual de 120, en Asturias se pide 130 y en Madrid 140", indica.

Da algunos datos, sobre la débil detección de la alta capacidad. "Entre el 2,5 y el 3 por ciento de la población tiene altas capacidades. En Asturias entre 800 y 900 niños están registrados como alumnado con altas capacidades, aparte hay adultos", señala.

Cuando las familias acuden al psicólogo lo hacen, cuenta José Luis Pérez , porque los niños presentan problemas de conducta o de relación, una introversión muy alta, porque se aburren en la escuela o asuntos similares. "Son niños que hacen preguntas que no tienen sentido en alguien de su edad", dice y relata el caso de un niño de cinco años que en vísperas de las últimas elecciones europeas escuchó a su catequista exponer el dogma de la trinidad y quiso saber cuántas veces tenía que votar Dios. Su duda se resolvió explicándole que Dios no está empadronado en ningún lugar y por lo tanto no puede votar.

La alta capacidad tiene un componente genético y José Luis Pérez comenta que es frecuente encontrar a padres que padecen al recordar lo mal que lo pasaron en el colegio y temen que su historia se repita en su hijo.