Retratos de personas de diferentes nacionalidades, paisajes que trasladan al espectador a distintos lugares del mundo, imágenes reales e interpretaciones abstractas. Pinturas que cuentan historias, provocan emociones y que clavan la mirada en el espectador. Y todo, sin intermediarios. Sin que nada se interponga entre el creador y el receptor, ni siquiera un pincel. En eso consiste la pintura al pastel, y su difusión y la reivindicación de un espacio y un reconocimiento mayor dentro del arte y entre el público es lo que ha llevado, por tercera vez, a la Asociación de pintores pastelistas españoles (ASPAS) a organizar en la plaza de Trascorrales su bienal internacional.

La muestra, que permanecerá abierta hasta el domingo, ya ha superado los números de visitas del año pasado. "Llevamos más de 5.000, a pesar del mal tiempo", afirma el ovetense José del Riego, mientras remata una pintura en Trascorrales ante la atenta mirada del público. "Todos los que organizamos esto somos voluntarios, pintores que queremos que la gente conozca y valore la técnica del pastel. Porque, a pesar de ser una de las clásicas, en España ha quedado relegada a un segundo plano", añade. Aunque gracias a su empeño y trabajo desinteresado, han conseguido que en Oviedo el público ya no se pregunte qué es eso del pastel y que no mire a las pinturas y diga "parece un óleo". "La labor didáctica se va viendo y esa es la razón de ser de la bienal".

En esta tercera edición, Aspas, en colaboración con el Ayuntamiento de Oviedo, ha conseguido reunir casi 200 obras de 96 pintores procedentes de 19 países; 45 de ellos españoles y, de esos, seis asturianos. Además, destaca la participación de diez pintores pastelistas de China, que este año ocupa la plaza de país invitado de honor. Durante estos días ya se han entregado 15 de los 16 premios de esta edición, falta el del público que se dará a conocer el domingo; y este año el gran premio ha recaído en "Decadencia de Venus", del artista sevillano Rubén Belloso, que utiliza a su abuela como modelo para mostrar de una forma directa, bella y emotiva el paso del tiempo. Y en esta elección ha tenido mucho que ver la joven pintora boliviana Rosmery Mamani, ganadora del gran premio de la pasada edición. "Descubrí la bienal de Oviedo por internet, y enseguida les envié mi trabajo.", cuenta. Tiene solo 29 años, pero su pasión por esta técnica le viene de niña. "Me encantan los retratos, y sobre todo los de mi gente, mis vecinos, mi familia y mis amigos. Me gusta mostrar cómo somos los bolivianos, y hacerlo con el pastel me parece mágico, porque no hay un filtro. Trabajo el pigmento directamente con mis manos". Y, ¿cómo son ahora los bolivianos que ella ve?. "Más felices, gracias al crecimiento económico del país y al aumento de inquietudes, diversión y conocimiento entre la población". En su familia, por ejemplo, procedente de un pueblo pequeño y con pocos recursos, ella es la primera con estudios universitarios, pero sus hermanos pequeños y sus primos ya siguen sus pasos. "Las jóvenes ya no piensan en casarse a los 18, prefieren formarse y buscar su camino".