Jesús González Maestro, profesor titular de Teoría de la Literatura en la Universidad de Vigo, sentenció ayer que "Cervantes es insoluble en agua bendita", y que su literatura es "una trampa para el que no sabe razonar". Ese fue el pórtico de su conferencia "Las Novelas ejemplares de Cervantes interpretadas desde el Materialismo Filosófico", en la que recompuso una imagen del autor del Quijote totalmente opuesta al idealismo y al "panfilismo" de quienes ven al cautivo de Argel como un amante de todas las religiones o del erasmismo.

Por el contrario, Maestro defendió que la única aproximación al autor alcalaíno viene de la mano de un "racionalismo materialista y no idealista, para un autor ateo de convicciones católicas". Este postulado encuentra precisamente su base en la filosofía de Gustavo Bueno, acuñador del concepto "ateo católico" para posicionarse ante la realidad.

Maestro intervino en la Escuela de Filosofía de Oviedo, a la que alabó por ser espacio donde "uno dispone de la mayor libertad para referir sus planteamientos". Después, y como preámbulos, el conferenciante criticó que la interpretación literaria se halle "en un callejón sin salida y anclada en teorías de hace 50 años". Citó a "Barthes, Derridá, el estructuralismo", y otros ejemplares, y lamentó que la disciplina esté "en manos de místicos o de la ornitoscopia" (adivinación por la observación de las aves). También calificó de "aberraciones" teorías basadas en la perspectiva "de género o nacionalismos". Pero fue más allá al censurar que "la emoción" o los "éxtasis místicos" sean el camino de "la interpretación", y lanzó un severo aviso: "Las facultades de Letras son un criadero de locos y la poesía lleva a creencias que pueden acabar mal". Y otra seria notificación: "La gente menos inteligente se dedica a la interpretación literaria porque los más inteligentes acuden a otras actividades, igual que en la Filosofía". A continuación, auguró que "el único futuro de la teoría literaria en el Materialismo Filosófico para enfrentarse a los materiales literarios".

Así pues, "la Filología no basta para explicar a Cervantes, sino que hay que interpretar sus ideas filosóficas", y ello a partir de que Cervantes introduce "un narrador cínico, que dice una cosa con palabras y cuenta otra con los hechos". Ejemplos: "don Quijote es un loco que está cuerdo, o el licenciado Vidriera parece inteligente y es un imbécil". Y en las Novelas ejemplares sucede lo mismo. "En su prólogo dice que son escritos ociosos, bagatelas", pero son los textos de "un patriota cristiano con un discurso racionalista católico". Por ello "Spinoza tenía en su biblioteca las Novelas ejemplares".

Bajo esta relectura, "el licenciado Vidriera dice gilipolleces erasmistas", que Cervantes repudia, "como hace con Montaigne y su relativismo". Y mientras que la obras de Shakespeare "está llena de magos, fantasmas o brujas, Cervantes califica de tarado mental a un hechicero, porque tarado es el que no se puede adaptar a un racionalismo normativo". Y en el plano religioso calificará "a los moriscos de quintacolumnistas", o considerará que "la vida civilizada en el Islam es imposible", frente al cristianismo, que "es una sociedad religiosa que sí se disuelve en una sociedad política".