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Uno de los monumentos menos conocidos del Prerrománico

Gladila, el obispo que construyó San Pedro de Nora

Un trabajo de Laura Arango y Miguel Suárez data el templo prerrománico en el año 840, erigido a iniciativa de un aristócrata

Desde la izquierda, el interior del templo, reconstruido por Luis Menéndez Pidal entre 1940 y 1970, un lateral de la iglesia con la torre (campanil) erigida en un emplazamiento aleatorio, dos imágenes del interior y los restos del puente medieval de Gubín sobre el río Nora. IRMA COLLÍN

La iglesia prerrománica de San Pedro de Nora, en Las Regueras, no es una obra secundaria, sino una de las piezas históricas más importantes del arte propio de la monarquía asturiana. Esta es la tesis que defienden los historiadores Laura Arango y Miguel Suárez, de la asociación L'Ayalga, que acaban de publicar un trabajo que data la construcción de la iglesia en una fecha próxima al año 840 y a iniciativa de la aristocracia rural altomedieval, en concreto un hombre llamado Gladila, obispo de Lugo-Braga a mediados del siglo IX. Convencionalmente se adscribe la iglesia al periodo constructivo de Alfonso II, ya avanzado su reinado, basándose siempre en las relaciones estilísticas con otras iglesias, como la de San Julián de los Prados o Santa María de Bendones. Sin embargo, las únicas excavaciones realizadas para indagar sobre el origen de la iglesia, en los años noventa, no pudieron precisar en qué fecha se construyó el templo.

A Miguel Suárez (vecino de El Escamplero y concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Las Regueras) y a Laura Arango siempre les llamó la atención "el silencio de fuentes" alrededor de la majestuosa iglesia que se alza a orillas del Nora que solo ofrecen "un pequeño ojo de buey para intentar captar toda su inmensidad". Se pusieron manos a la obra y aparecieron piezas de un puzle que fueron encajando hasta construir una historia en torno al obispo Gladila. Así, son varios los documentos que han llevado a los dos expertos a llegar a esta conclusión, que presentan como una hipótesis que solo se puede refutar emprendiendo una excavación rigurosa, que dé continuidad a las catas realizadas en los años noventa.

Uno de los documentos clave está fechado en el año 863 y revela que el que fuera obispo de Braga fundó una comunidad eclesiástica vinculada a las iglesias de Santa María y San Pedro y Pablo de Trubia. "Del documento se desprende que Gladila formaba parte de una poderosa aristocracia asentada en territorio trubieco", explican los historiadores. Suárez y Arango sostienen que este documento, aunque sitúa las iglesias de la comunidad de Gladila cerca de San Pedro de Nora, por sí solo "no es concluyente" y no bastaría para trazar un vínculo. Pero encontraron más.

Un documento que atesora el monasterio de San Vicente recoge la donación de una mujer de nombre Auria, y vecina de Feleches, a la iglesia de San Pedro y San Pablo, fundada a orillas del río Nora. "La coincidencia en la advocación y lo que, a nuestro juicio era una clara alusión a la actual San Pedro de Nora nos llevó a plantearnos si Gladila, al hablar de la iglesia de San Pedro y San Pablo de Trubia, podría estar refiriéndose a la iglesia de San Pedro de Nora", señalan.

En este punto, los historiadores señalan que la denominación San Pedro de Nora (Sancti Petri de Nora) puede ser una evolución del nombre inicial de la iglesia. "El nombre del río Nora tardó bastante tiempo en consolidarse y es probable que cuando se construyó la iglesia el río aún no fuera conocido de esta forma. De hecho, no tenemos noticias de la implantación del vocablo Nora como nombre propio en la zona hasta el siglo XI, relacionado con el poblamiento que se desarrolla en el entorno inmediato de la iglesia", explican los historiadores.

Además de atribuir la iniciativa de construir la iglesia a Gladila, el trabajo abordado por Miguel Suárez y Laura Arango ofrece otros argumentos para acreditar la importancia de San Pedro de Nora. "Se argumenta que es una iglesia secundaria y creemos que hay dos razones para no considerarla secundaria, ni mucho menos", explican los expertos. Una de ellas, sostienen, es la proximidad de la construcción de el puente de Gubín, también conocido como La Puente los Moros, que se ubicaba debajo del embalse del Furacón y aún conserva a la vista un arco. "Es importante porque indica que justo ahí había una ruta comercial. Es difícil establecer una relación clara entre iglesia y el puente, pero al menos en el siglo XI estaba en funcionamiento", señalan los historiadores. El otro argumento es el coste de construcción de la iglesia, en dinero y jornadas. Suárez y Arango recurren a un trabajo de Quirós Castillo y Fernández Mier que expone un cálculo estimativo que establece las jornadas de trabajo necesarias para construir diferentes iglesias. "Para construir una iglesia de una comunidad campesina como la de Arbazal emplearon 16 jornadas, sin embargo, para Valdediós fueron necesarias 254 y para San Pedro de Nora 272 jornadas", explica. "Tuvo que intervenir un poder importante, social y económico. San Pedro de Nora es la gran olvidada del Prerrománico", reivindican los historiadores. "Solo la realización de estudios interdisciplinares en profundidad podrán arrojar más luz", concluyen.

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