Es difícil que José Luis Álvarez Valdés (Figaredo, 1936) dé más de tres pasos sin saludar o ser saludado por un antiguo alumno. Y tiene miles. Tantos como han dado de sí sus 49 años de docencia en colegios de la orden de los Dominicos, primero en el de Oviedo y hasta junio de 2102 en el de La Felguera. "Hombre, Padre Valdés. Qué alegría encontrarle". Esa suele ser la frase más repetida al verle y siempre es pronunciada con una sonrisa. Dentro de doce días, el viernes 28, buena parte de esos estudiantes ya adultos le rendirán un cariñoso homenaje en el hotel castillo del Bosque de la Zoreda.

"Es la forma que tenemos de devolverle su entrega, su solidaridad y su buen hacer. Se lo merece". Silvia Álvarez y su marido Luis Manuel Taboada, exalumno del dominico y exjugador de hockey, son los impulsores de la organización del próximo acto de reconocimiento y sin esfuerzo alguno han arrastrado a diferentes generaciones del colegio Santo Domingo de Guzmán y del Santo Tomás de Aquino. Ella dio clases en el último centro, donde la labor del Padre Valdés sigue muy presente pese a que hace ya cuatro años que se jubiló. El grupo, del que forma parte la Asociación de Antiguos Alumnos, mantiene en secreto las actividades que harán para darle una sorpresa al protagonista, que sólo sabe que "habrá una cena y poco más".

La lista de asistentes aún no está cerrada, pero entre los nombres podrían acudir pupilos que al salir de la escuela destacaron en sus profesiones. El Padre Valdés enseñó Lengua, Literatura, Latín, Religión o Filosofía a políticos de izquierdas y de derechas, periodistas, médicos, juristas e incluso a un mago mentalista. A Anthony Blake, o lo que es lo mismo, José Luis González Panizo. "Al chaval le llamaban cachivache porque siempre tenía algo entre las manos. Si se lo quitabas cogía otra cosa". El dominico tiene una memoria privilegiada porque es capaz de recordar nombre, apellidos y promoción de muchos estudiantes.

Corrigió los exámenes y le puso deberes al socialista Álvaro Cuesta; a la diputada autonómica por el PP, Susana Pérez Alonso; al traumatólogo Alejandro Braña Vigil (al que está muy agradecido por haberle puesto la prótesis de cadera que le permite caminar); a Marcelino Fernández Verdes, directivo de las empresas constructoras ACS de Florentino Pérez; o al primer internacional no catalán de hockey sobre patines y médico en el Valle del Nalón, Juan Alberto Fernández Álvarez. "Cualquier persona triunfa en la vida si encuentra aquello que le gusta", dice el Padre Valdés, para explicar el éxito de varios exalumnos. A su lado, un grupo de antiguos estudiantes le da la enhorabuena por adelantado: Luis Miguel Suárez y Chema Feito, de la Asociación de Antiguos Colegiales del Santo Domingo; el edil del PP, Gerardo Antuña; el abogado Iván de Santiago; Silvia Álvarez, que trabajó con Valdés en La Felguera; su amiga Elena Nieves; y la periodista Carmen Mateo.

Aunque este profesor encontró pronto su vocación tras entrar con 13 años en el monasterio de Corias, hacer el noviciado en Palencia, estudiar Filosofía en Roma, Teología en Salamanca y ordenarse, el mundo del deporte se perdió a un jugador de hockey. Eso sí, enseñó a muchos y llegó a tener bajo su mando a quince equipos federados. "Aprendí a patinar con 22 años en Salamanca porque allí había frailes aficionados y tenían un equipo bastante bueno. Al llegar a Oviedo y empezar a dar clase en 1963 me propuse importar el hockey". El Padre Valdés cuenta que el primer año, a la formación infantil que montó la derrotaron "con una paliza tremenda", pero al año siguiente ganaron el campeonato de Asturias. Era el equipo Santo Domingo. Cuando el dominico fue destinado a La Felguera en 1990 se llevó los patines colgados del hombro y volvió a empezar.

Ahora, con una vida más relajada pero no menos intensa, este docente galardonado con la medalla de plata de la Federación Española de Patinaje; el "Asturiano del año" de 1981 de LA NUEVA ESPAÑA; el trofeo de la Asociación de la Prensa Deportiva del Principado o el premio "Amor al Deporte" del Centro Asturiano de Oviedo, se sigue levantando temprano, a las 6.15 horas, para ir a misa a las Dominicas, consultar el correo electrónico, y, algunos días, caminar 13 o 14 kilómetros sin cansarse.