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Los problemas para introducir las nuevas tecnologías en los colegios del concejo

El uso de ordenadores en lugar de libros en las aulas fracasa por la falta de fondos

Los portátiles repartidos hace siete años en las escuelas públicas están obsoletos y otros equipos acumulan averías, denuncian los profesores

El profesor Javier Morán emplea una pizarra digital para dar Matemáticas a niños de Primaria. LUISMA MURIAS

"El mayor error fue no tener una concepción previa de qué hacer con esa tecnología. No se pensó cómo se iba a utilizar ni quién lo haría". María Vallina dirige el servicio de Orientación Educativa y Formación del Profesorado y su equipo se encarga de valorar qué papel deben jugar las nuevas tecnologías en las aulas. En 2009, con el proyecto "Escuela 2.0" que buscaba, entre otras cosas, sustituir los libros por ordenadores, los centros comenzaron a recibir miniportátiles, pero ese equipamiento, que "fue muy bueno y vino muy bien, se está averiando", lamenta Vallina.

De todas formas, los colegios públicos ovetenses tratan de sacarle el máximo partido a los dispositivos. Coinciden, no obstante, en que no sirven para dar el salto hacia una educación en que cada estudiante sigue y desarrolla las lecciones en la pantalla bajo la supervisión del profesor. Las estrecheces del presupuesto, además, impiden una necesaria mejora de la conexión a internet. No hay fondos suficientes. Los que más han avanzado en esta línea son los centros privados y concertados. "Tienen más facilidad para obtener fondos", dice Vallina. En el San Ignacio o el Santa Teresa de Jesús, por ejemplo, los portátiles y tabletas se utilizan con tanta o más frecuencia que los libros. En el último tramo de Primaria y durante toda la Secundaria, de hecho, son la herramienta con la que se realizan ejercicios y se avanza materia.

En los públicos aún queda camino por recorrer. Además de los 21.000 miniportátiles con los que cuentan los colegios de toda la región, el Principado ha repartido 10.000 dispositivos como tabletas, pizarras digitales y ordenadores de sobremesa. Suficiente para poner en marcha unos cuantos proyectos e ir preparando un abordaje a la educación del futuro que, sin embargo, necesita de inversiones más fuertes. En la atención a la diversidad, por ejemplo, se han producido avances notables. José Luis Novoa, director del Veneranda Manzano, que ha sido recientemente nombrado "Colegio Amigo de la Discapacidad" por Cocemfe, apunta que "la tecnología es una herramienta de acceso al currículo para alumnos que tienen poca movilidad o alguna deficiencia visual, por ejemplo". Aunque dice que la tecnología ha sido un gran apoyo en ese apartado, denuncia "un déficit importante". "Estamos en punto muerto mientras no se hagan nuevas inversiones". Una opinión que comparte Nieves Álvarez, coordinadora de Tecnología del Baudilio Arce, donde no solo dan problemas los miniportátiles. Varios equipos de sobremesa están averiados. El centro, uno de los primeros en sumarse a "Escuela 2.0", tiene conexión de fibra óptica y los alumnos trabajan en blogs. Pero Álvarez también ve "lejanos" cambios más profundos.

"Todas las aulas tienen proyectores", comenta por su parte Luis Rodríguez, director del Germán Fernández Ramos, quien explica que cuentan con dos aulas de tecnología. Una de uso general y otra para inglés, y que los ordenadores portátiles les permiten realizar varias actividades en el aula. Utilizan estas herramientas, sin embargo, para acceder a "contenido estándar". Y es que aún queda mucho por hacer.

El objetivo que persigue la introducción de la tecnología en las aulas es "que nuestro alumnado aprenda más, mejor y más rápido", dice María Vallina. Para ello, Vallina, jefa del servicio de Orientación y Formación del Profesorado, destaca la necesidad de aprovechar las nuevas tecnologías para mejorar los conocimientos que reciben los alumnos. Para evitar errores del pasado cuando llegue el momento, trabaja con su equipo en un plan que involucre a toda la comunidad educativa. Para no cambiar sin más el libro por la tableta. Para cambiarlo todo.

Traspasar a golpe de clic las páginas de un tema de historia, por ejemplo, y conectarlo con materia de otras asignaturas. Un concepto que traerá consigo cambios en los procesos de aprendizaje. "Frente a la clase magistral, se buscan ahora metodologías que faciliten el protagonismo del alumno", destaca la jefa de servicio para poner como ejemplo el concepto educativo "flipped classroom" o clase invertida. Los niños reciben la lección en sus dispositivos, la investigan y resuelven los ejercicios a su ritmo y es después cuando el profesor les ofrece todas las explicaciones que necesitan. Este tipo de aplicaciones y la conectividad entre alumnos y dispositivos, fomentan también el trabajo en grupos que llevará a que los niños unan sus pupitres y se sienten juntos. Todo ello supondría nuevos roles para docentes y estudiantes: "Es donde más cambio hay". "El profesor se convertirá en un acompañante, un guía", explica Vallina para detallar después sus funciones: "Programar, planificar y decidir qué tecnología se utiliza". Todo ello supondrá un esfuerzo formativo por parte de la plantilla de profesores que tendrá que adaptarse a nuevas formas de trabajar y aprender a utilizar nuevos aparatos.

Y los alumnos, que son en su mayoría nativos digitales y ya utilizan tabletas u ordenadores con frecuencia en su vida diaria, "pasan de espectadores a actores". Antes memorizaban la materia y se presentaban a un examen. Ahora deben navegar por las distintas aplicaciones educativas reproduciendo vídeos y realizando cuestionarios para enviarlos en el momento en que los hayan resuelto al profesor. "Ese es el camino", sostiene Vallina. Para llegar a este punto, sin embargo, hay que salvar varios escollos técnicos como la conectividad. Y está previsto que la conexión de banda ancha no llegue a los centros públicos hasta enero de 2018. El ministerio de Educación y las comunidades autónomas tienen planeado trabajar coordinados para dar un paso fundamental hacia el correcto funcionamiento de los dispositivos.

Pero los cambios que implica la tecnología también traen consigo una serie de riesgos a los que la Administración tendrá que hacer frente. Internet está plagado de páginas con contenidos dañinos para los escolares. Por eso, tratarán de limitar la conexión para evitar que lleguen a esas zonas de la red y que el uso de los dispositivos sea lo más seguro posible. Y también se tratará de controlar un problema que ya ha mostrado la cara en muchas ocasiones en las redes sociales. Las instituciones se esforzarán por mantener el ciberacoso fuera de las aulas. Esta es una tarea que no atañe solo a técnicos. Toda la comunidad educativa tendrá que aportar su granito de arena para generar conciencia y promover un uso respetuoso y adecuado de los dispositivos y plataformas.

Conseguir que esa red sea accesible y segura es solo un paso. Se necesitarán después nuevas máquinas para acceder a ella porque la tecnología de los colegios se ha quedado obsoleta. Y las administraciones, por el momento, no tienen dinero para renovarlas: "No hay suficientes fondos como para que la Administración pueda comprar un dispositivo para cada persona", confiesa María Vallina.

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