"Oviedo da a veces esas personas irrepetibles, únicas y queridas en todos los ámbitos". Ese era Armando Álvarez Palacio y con esas palabras lo recordaba ayer su amigo Antonio Bascarán, oftalmólogo y cofrade de honor de los quesos del Principado, donde afianzó su amistad con el difunto, un referente en las sociedades gastronómicas asturianas, histórico presidente del Club Patín Cibeles y un sastre de referencia con su boutique Álvarez, junto a su hermano Lito, en los bajos del edificio de la Jirafa.

Todos esos mundos, en especial el del hockey y el Cibeles, que él tanto quería y desde el que tanto le admiraban a él, arroparon emocionados en la despedida de Armando Álvarez a su viuda María Luisa Llavona, una mujer, según todos su amigos, que caminó a su lado toda su vida, con el mismo entusiasmo y bonhomía de su marido.

Nacido en Oviedo en diciembre de 1930, Armando Álvarez instaló con su hermano un exitoso negocio de sastrería en La Jirafa, desde donde trajo los mejores paños de todas partes del mundo y vistió a la jet-set local.

Al tiempo, fue fundador del Club Patín Cibeles después de compartir otros equipos con Pepín Moreno, a cuyo padre, Tomás Moreno, convencieron para crear el histórico equipo de hockey que completaba en su primera formación Lalo Cobisa, Ramonín Arenas, Manolo Monte, Gonzalo y Máximo, portero como Armando Álvarez.

Su vida quedó ligada al club, en el que lo fue todo: también entrenador y presidente hasta el año 1982, siendo parte fundamental de los años de oro en los que el Cibeles lo ganaba todo. Ya jubilado, siguió siendo presidente de la asociación de Amigos del Cibeles hasta hace algo más de un año en el que pasó a ocupar la presidencia de honor y dejó el testigo a Juan Alberto Fernández.

El actual presidente de los Amigos del Cibeles lloraba ayer la muerte de su amigo situándolo en lo más alto en la historia del club. "Se ha marchado mucha gente", resumía ayer Juan Alberto Fernández, "pero él y Pepín Moreno fueron las máximas referencias del equipo". Armando Álvarez tenía también la debilidad de la gastronomía, y a las sociedades gastronómicas asturianas dedicó también parte de su vida. Primero fueron las setas, con la sociedad micológica La Corra, que fundó y donde ostentó la presidencia vitalicia.

Aquilino Caramés, otro histórico del Cibeles y amigo del alma de Armando Álvarez recordaba ayer los años en los que el Cibeles y La Corra compartían el mismo edificio y todos sabían que en las reuniones del Cibeles la cena estaba asegurada.

Caramés destacaba ayer el carácter "afable" y "muy cariñoso" de Armando Álvarez. "Hizo escuela en el club y en la asociación, era un aglutinador total del espíritu ese deportivo, era un crack dedicándose a los demás", afirmó.

Con parecidas palabras rememoraba ayer a Armando Álvarez otro clásico del Cibeles, Juanchi Maestro Fernández: "Armando fue la clave de todos los éxitos, primero, como persona, porque supo inculcar valores al club y nosotros supimos llevarlos a rajatabla, ese fue el principio de todos los éxitos". Ese credo especial de Armando Álvarez fueron "el respeto al contrario en la victoria y en la derrota, saber comportarse en todas las pistas y la educación por encima de todo", añadió Fernández.

Un caballero, en fin, del hockey como también glosaba ayer otro referente de este deporte en Asturias, el padre Valdés: "Fue un gran presidente, gran impulsor del hockey sobre patines y especialmente un hombre muy ecuánime que supo estar en cada momento y de esa forma llevó al Cibeles a grandes triunfos. Deja un grato recuerdo de persona cercana y comprometida en el mundo".

Su amigo Antonio Bascarán destacaba ayer su papel como cofrade embajador de la Cofradía de Amigos de los Quesos de Asturias, donde representaba a su tierra y a todos sus compañeros en cualquier parte del mundo despertando el cariño desbordante de todo el mundo, ya fuera en La Mancha, en Francia o en Albacete. "Fue una persona total, todo lo que se pueda pedir humanamente a alguien, lo tenía él, un tipo realmente excepcional".

Bascarán, que es ahora el Cofrade Mayor, deja claro que ahora que Armando falta eso no quiere decir que no vaya a dejar de ser utilizado. "Porque nos van a seguir preguntando por él, y al que se le olvide yo le voy a preguntar, '¿te acuerdas de Armando?'". Esa condición de embajador, de su tierra, del hockey, de la comida, es una constante en toda su trayectoria. Hace algo más de un año, una neumonía y una caída en el hospital le frenaron en su actividad imparable, pero todavía pudo recuperarse y recibir los merecidos homenajes.

Antes, ya había sido galardonado con el premio Delfos 2014. El año pasado, recuperándose de sus últimos problemas de salud, acompañó a los Amigos del Cibeles al viaje a Covadonga que hacen todos los años. Armando Álvarez ya estaba en silla de ruedas, pero estuvo al lado de sus camaradas del hockey. "Fuimos a Covadonga para agradecer el título europeo de veteranos que habíamos logrado", explicaban ayer sus compañeros en el Cibeles, "y Armando estuvo con nosotros, pasó el día con nosotros, aguantó y creo que lo pasó muy bien. Y no sabemos si de forma premonitoria o no, en ese viaje a Covadonga le entregamos una réplica de la última copa europea de veteranos que habíamos ganado. Murió rodeado de su vida, del hockey, y de su mujer", sentenciaron sus amigos.