La autopsia de Imran es devastadora. Una rotura del hígado, lesiones en un riñón, múltiples hemorragias, contusiones y serias lesiones en el cráneo, cabeza, tronco y extremidades apagaron la vida del niño, que murió "al menos tres días" antes de que unos operarios lo encontraran dentro de una maleta escondida entre la maleza del apeadero de La Argañosa. Así lo afirmaron ayer dos forenses durante el juicio por el asesinato del pequeño. "Fue una muerte violenta y de naturaleza homicida".

Los médicos le explicaron al jurado popular el pormenorizado análisis que le realizaron al cuerpo evaluando las lesiones externas e internas. A simple vista, apreciaron un gran hematoma en la zona renal, policontusiones y una quemadura en el muslo de la pierna derecha. Luego, comprobaron que tenía roto el fémur derecho "con una separación de los fragmentos", una costilla rota y una luxación en el cuello. La quemadura de la pierna tenía una antigüedad de una semana aproximadamente, mientras que llevaba con el fémur y la costilla fracturados "una media de tres o cuatro semanas". Es decir, el niño sufrió un maltrato brutal que le produjo fuertes dolores y le restó movilidad. "Tuvo que llorar mucho, era demasiado", dijeron los forenses.

Las lesiones que le provocaron la muerte responden a un modus operandi concreto. Le zarandearon, le arrastraron (el cuerpo tenía erosiones y laceraciones compatibles con esa práctica) y por último le golpearon "con muchísima fuerza" contra la pared o el suelo.

Para los médicos forenses, cualquiera de los dos acusados pudo ser el autor material de estos brutales ataques dado que la víctima era un niño de 21 meses y los posibles culpables -Fadila Chardoud y David Fuentes- son adultos 21 y 33 años respectivamente en aquel entonces.

Ambos se enfrentan a petición del fiscal a una posible pena de 33 años y cinco meses de cárcel cada uno por delitos de asesinato, lesiones, maltrato habitual y profanación de cadáver.