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Pinceladas geológicas ovetenses

Oviedo tiene color

Amarillo, blanco, gris y rojo son las tonalidades dominantes en la sillería de los edificios nobles de la capital Hoy las fachadas rivalizan con distintos matices

Desde la cultura megalítica el hombre utilizó en las construcciones preferentemente materiales geológicos, a fin de lograr su carácter imperecedero. Obviamente, sólo podían permitirse el lujo de edificar con estos componentes pétreos los estamentos más poderosos: monarquía, nobleza e iglesia. La difusión de la técnica de sillería en templos, palacios o viviendas empezó a adquirir relevancia en Oviedo a partir del siglo IX, y se encuentra relacionada con las obras auspiciadas por los primeros regentes y poderes feudales. Constituye un hecho habitual que la arquitectura noble emplease rocas extraídas en canteras del entorno próximo o de zonas inmediatas, a fin de evitar el tedioso transporte.

Destaca por su incidencia en el uso de productos rocosos, el importante incendio que aconteció la noche del 24 de diciembre de 1521. Señala Luis Alfonso de Carvallo, en sus "Antigüedades" del año 1695, que "toda la Ciudad se abrasó dentro de los muros, si no fue la Santa Iglesia, que quedó libre en medio del incendio, aunque el maderage, y andamios de una Torre que se iva haziendo, se abrasaron tambien. Quedaron algunas casas, aunque pocas". Desde esa fecha se promueve en la población la usanza de piedra natural para evitar la vulnerabilidad al fuego de las materias primas antaño utilizadas, a base de madera, y se establecieron nuevas normativas para fabricar las viviendas (acuerdos municipales de 17 de septiembre de 1522).

En las edificaciones ovetenses se diferencian varias etapas en función del color de la piedra suministrada. Se distinguen entonces diversos Oviedos cromáticos: amarillo, blanco, gris y rojo, sin olvidar la más reciente ampliación colorística hasta lograr una verdadera policromía.

El Oviedo amarillo aprovecha calizas y areniscas calcáreas del Cretácico -conocidas genéricamente como "calizas de Priedramuelle", o académicamente como "formaciones Oviedo"-, de tonalidad pardo-amarillenta o dorada, que fueron explotadas en canteras de Santa Marina de Piedramuelle, Lavapiés, La Granda, Ayones y Colloto. Constituye el tipo rocoso más característico de la ciudad.

Las primeras construcciones levantadas recurrieron a sillería o mampostería de este tipo de rocas autóctonas. Como ejemplos prerrománicos destacables están el templo de San Salvador, la capilla de Santa María del Rey Casto, la iglesia de San Tirso, la muralla altomedieval de Alfonso II, la fuente de la Foncalada, la iglesia de San Julián de los Prados, Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo y el palacio de Alfonso III. De los tiempos del Románico están la torre de San Salvador, el extinto monasterio de Santa María de la Vega, la antigua parroquia de San Isidoro, la muralla bajomedieval o el primitivo convento de Santa Clara.

Durante el Gótico se aplicaron estos materiales cretácicos en los exteriores de la Catedral y en la casa de la Rúa. Ejemplos de interés dentro del Renacimiento son: el claustro del monasterio de San Vicente, el primitivo palacio episcopal, la iglesia de San Pelayo, la iglesia de Santa María de la Corte y el colegio de San Matías. El momento álgido de su desarrollo aconteció en el Barroco, con abundancia de obras, entre las que sobresalen: la Universidad, la fachada de la Vicaría del monasterio de Las Pelayas, el antiguo Hospicio provincial, el Ayuntamiento y el ingente número de palacios que ennoblecen a la urbe. El Oviedo blanco corresponde a la utilización de una caliza dolomítica y margosa, blanquecina, muy alterable a los agentes meteorológicos, denominada "caliza de Laspra" por ser esta localidad, en el entorno del Cristo de las Cadenas, donde se explotó con notoriedad. Este constituyente paleógeno no pasó desapercibido por los estudiosos de fines del XVII quienes, refiriéndose a Oviedo, mencionan que "el sitio es enjuto, por ser todo de peña blanca" (De Carvallo).

Dada su facilidad de labra, el manejo artístico data de antiguo (con tableros de cancel prerrománicos, ara de Santa María del Naranco, capiteles corintios y románicos). Su uso se concentra durante el período gótico, con notable representación en los interiores catedralicios al estar protegidos de la intemperie (sala capitular, capilla mayor, transepto y naves) y, con posterioridad, en la iglesia y convento de Santo Domingo. También se empleó con profusión en la girola de la Catedral y en sus capillas barrocas (Anunciación o los Vigiles, Santa Bárbara, Santa Eulalia y Santa María del Rey Casto).

El Oviedo gris surge a a finales del siglo XIX cuando se comienzan a aprovechar para las construcciones carbayonas calizas devónicas (conocidas técnicamente como "calizas de Moniello"), de color gris azulado, buena estratificación y muy resistentes a los procesos erosivos. La prensa local era crítica con la incipiente importación de piedra ornamental, mostrando su satisfacción cuando se anuncia "usar la caliza azul del Naranco" para hacer edificios. Las canteras no sólo se ubicaban en el monte (sobre todo en las inmediaciones de la Peña el Fuelle), sino también en Lúgido (San Esteban de las Cruces), San Andrés de Trubia y lugares cercanos al concejo.

Este material luce en mampuestos y sillares de la iglesia prerrománica de Santa María de Bendones. Forma parte importante de la capilla de las Siervas de Jesús, la iglesia neogótica de Las Salesas -combinado con las calizas amarillentas cretácicas-, el teatro Campoamor (planta baja), la casa del deán Payarinos, el palacio de la Junta General del Principado, el banco Sabadell-Herrero, las casas del Cuitu, y el edificio ecléctico de García Conde, entre otros. El Oviedo rojo viene dado por la "caliza Griotte", probablemente la roca ornamental más emblemática de Asturias. Se dio en zonas próximas a la capital, entre ellas El Naranco. Fue la elegida para levantar la basílica de Covadonga y muchas iglesias y construcciones nobles del centro y oriente. En Oviedo se utilizó en losas para adornar las aceras y solados de algunas plazas (pedrera de la Universidad, laterales del Reconquista, plaza de Alfonso II, Corrada del Obispo, etc.). Igualmente se empleó en las iglesias de San Pedro de los Arcos y de San Juan el Real -en ambas con adornos de la caliza gris devónica, no en vano fueron proyectadas por el mismo arquitecto, Luis Bellido-.

El Oviedo polícromo. Ya avanzado el siglo XX se empiezan a utilizar petrografías (entre ellas granito, mármol, areniscas o calizas) traídas de sitios más lejanos o nuevos materiales (cristal, paneles de aislamiento térmico), apostando por la modernidad. Edificios representativos de esta etapa son, entre otros muchos: "casa Blanca" (con mármol), "El Termómetro" (con losetas de caliza y muro cortina de cristal), la Caja de Ahorros o la iglesia de San Francisco en la plaza del Fresno (con fachadas de granito) o el piso superior del teatro Campoamor (con areniscas jurásicas).

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