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Botas para andar en familia | Por tierras de Ribadesella

De paseo en los feudos del mar

La ruta que lleva a los acantilados del Infierno permite experimentar la cercanía del Cantábrico en su versión más bravía

De paseo en los feudos del mar

La ruta de los acantilados del Infierno se inicia en la localidad de Toriello, en el concejo de Ribadesella, junto al pequeño parque de la iglesia de San Martín, donde se cruzan las vías del ferrocarril, para girar a la izquierda y pasar junto a unas bonitas casas. Prosigue por el sendero que se dirige al mar, ya recorrido en etapas anteriores.

Al llegar a la costa se abandona el camino girando a la izquierda para tomar un estrecho sendero que se introduce en una zona de pradera. Se sigue por ella con la vista en los eucaliptos que se divisan al fondo y hacia los que hay que dirigirse.

Aparecen multitud de senderos, pero siempre se debe seguir el que va más pegado al acantilado, desde el que se contemplan espectaculares calas y el batir del oleaje sobre las rocas.

Se sigue prácticamente por encima del acantilado en dirección oeste, disfrutando de los bellos paisajes que ofrece la costa, entre ellos, el de la enorme mole de piedra unida por un pequeño istmo a la tierra.

El caminante enfila sus pasos hacia la parte de los eucaliptos que está más próxima al mar, Entonces aparece un sendero que se introduce en el eucaliptal.

A la salida se vuelve a contemplar un profundo entrante del mar y a la izquierda un prado con un eucaliptal al fondo sobre el que destaca la Sierra del Cuera, así como los islotes de Palo Verde y Palo Pequeño.

Es necesario poner rumbo hacia el camino a través de cualquiera de los senderos para el ganado que se ven alrededor. Llega entonces el momento de bordear la zona conocida como acantilados de Tomasón, un lugar muy apreciado por los perceberos, que se adentran en los islotes en busca del marisco. A los pocos metros del inicio del camino sale a la derecha un desvío que se dirige al oeste, por el que se atraviesan pequeñas praderas y se pasa junto a los restos de una edificación semiderruida y un majestuoso tejo. El camino está marcado por las roderas de algún que otro vehículo que llevan junto a un pequeño pinar ideal para hacer un descanso.

Casi a la salida del bosquete aparece una desviación a la derecha. A los pocos metros se arriba a un camino que va hacia la derecha y que se acerca hasta el acantilado, desde donde se ven los islotes de Cantu Verde, en primer término, Palu Verde después y al fondo la punta de Llames de Pría. La ruta continua por el sendero que sale a la izquierda, un poco antes de llegar al acantilado.

Se asciende ligeramente transitando por encima del acantilado. Pronto surge con un camino ancho que va acercándose y alejándose del acantilado.

Es posible tomar esa senda o alguno de los múltiples ramales que salen a su derecha, más cercanos a la costa, del mismo y desde donde se puede apreciar esta parte de los acantilados de Tomasón, hasta dar vista al área recreativa del Infiernu, junto a una bonita casa restaurada.

En ese punto es preceptivo girar a la derecha y dirigirse hacia el mar para contemplar los acantilados de Arra, aunque debido a la maleza es muy difícil divisarlos con nitidez.

Desde el área recreativa se sigue por la pista que da paso a un camino asfaltado que primero va en dirección oeste y luego en dirección sur. Al llegar al primer cruce se toma a la izquierda, siguiendo el trazado del Camino de Santiago, pero en dirección inversa.

Al cabo de unos tres kilómetros de andadura el caminante se encuentra de nuevo frente a la Ermita de San Martín donde había empezado la ruta.

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