La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un matrimonio del Cristo, "insomne" desde hace tres años por el ruido de una panadería

La pareja se queja de un excesivo nivel de decibelios dentro de su piso desde las doce de la noche hasta las ocho de la mañana

María de los Ángeles García y Eladio Díaz, ante el portal de su edificio, en el Cristo. MIKI LÓPEZ

Eladio Díaz y María de los Ángeles García no soportan pasar la noche en casa desde hace tres años. Cuando en noviembre de 2014 una panadería abrió sus puertas en la avenida del Cristo, a escasos metros de su portal de la calle Baldomero Fernández, también empezó para ellos un calvario. Del local salen ruidos y "olores enrarecidos" desde las doce de la noche hasta las siete y media u ocho de la mañana que principalmente les impiden conciliar el sueño y les han terminado causando patologías nerviosas a base de un efecto acumulativo.

Eladio, de 85 años, ha llamado media docena de veces a la Policía Local para que haga mediciones acústicas, ha ido otras tantas a la Oficina municipal de Medio Ambiente y ha escrito varias cartas al concejal del área, Ignacio Fernández del Páramo. No es que hayan mirado para otro lado, pero el matrimonio sigue martirizado e incluso aporta un certificado médico de problemas, entre otros, el asma de Eladio.

La gerencia de la panadería acondicionó el local esta primavera después de que la oficina de Medio Ambiente del Ayuntamiento le instase a acabar con el ruido. "Aislamos las máquinas y el suelo por el que movemos las bandejas del pan, insonorizamos las paredes y el techo y cerramos las ventanas", explica el administrador, Gerardo Sánchez, sorprendido por las quejas de la pareja. "Creí que el tema estaba ya finiquitado. Es cierto que hubo decibelios exagerados, pero tras las obras el propio afectado nos dijo que ya no había problema".

El límite de ruido transmitido por actividades comerciales a casas particulares que está permitido en la ordenanza del Ayuntamiento es de 30 decibelios por el día y de 28 por la noche, algo así como el sonido del tráfico de una calle a las afueras de una ciudad. El sonómetro de la policía ha llegado a marcar 53 decibelios en el dormitorio de la pareja a las seis de la mañana del 4 de enero. Otras de las mediciones hechas a lo largo de estos tres años señaló 41, 40 y 37 decibelios. El último sondeo es de hace apenas una semanas y aunque arrojó un resultado mejor de 26 decibelios, y por tanto, dentro de lo permitido, el matrimonio asegura que hay días en que el ruido es insoportable y no pegan ojo.

Según Eladio y María de los Ángeles, el personal de la oficina municipal de Medio Ambiente, que también atendió su llamada de auxilio, hizo las cosas al revés: "Hicieron mediciones durante el día que no sirven para nada porque el problema lo tenemos por la noche". Ellos son los más afectados del entorno de la panadería al vivir en un bajo y sentir dentro de casa los ruidos del local. El administrador de la panadería apostilla que los sonómetros de la Policía Local "no valen para nada", "no están homologados", y dan resultados diferentes a las mediciones de Medio Ambiente.

La legislación acústica española es enrevesada, difícil de entender e incluso de aplicar debido al número de leyes, ámbitos geográficos y diferencias de criterio. En el caso de Oviedo pueden tenerse en cuenta dos normativas; la ordenanza del Ayuntamiento y la ley del ruido estatal materializada en el Real Decreto 1367/2007. En base a esta última, el límite de decibelios en el dormitorio de Eladio y María de los Ángeles debería ser de 35 por el día y por la tarde, y de sólo 25 por la noche. Es decir, que incluso la última medición que hizo la policía en casa del matrimonio, más baja de lo habitual, seguiría superando el ruido soportable por el ser humano para su correcto descanso. Lo curioso es que la ley estatal establece que para saber los valores definitivos debe hacerse un promedio anual. Es decir, poner un sonómetro en casa durante todo el año. Algo que parece a todas luces inviable.

En el medio de esta farragosa burocracia están Eladio y María de los Ángeles, a los que se les saltan las lágrimas con sólo pensar que va a llegar la noche y es posible que la pasen en blanco, "con los nervios a flor de piel" y con la duda de solicitar de nuevo una medición acústica.

Compartir el artículo

stats