El total de los 32 alumnos del colegio público de Tudela Veguín tuvieron que ser desalojados durante 45 minutos poco antes de las once de la mañana a causa de una combustión iniciada en la sala de calderas ubicada en uno de los pabellones del centro. Si bien el abundante humo generó una gran alarma entre el profesorado y el alumnado, el suceso se quedó en un susto y los bomberos, que se trasladaron de forma inminente al lugar, lograron resolver el problema en escasos minutos.

Fueron unos alumnos los que al abrir la puerta del pabellón que en ese momento estaba vacío para acudir a una clase de lengua alertaron a la profesora. "Salía mucho humo y nos dijeron que era tóxico", relataron tres escolares, obligados a salir al patio junto al resto de compañeros, que tuvieron que abrigarse e incluso aguantar un rato bajo la lluvia para evitar que el hipotético incendio tuviera consecuencias personales.

Pronto llegaron al lugar tres vehículos de bomberos y varios efectivos de la Policía Local. El edificio escolar se convirtió en un colegio fantasma con aulas y despachos vacíos mientras los efectivos, guiados por el conserje accedían a la sala de calderas y se encargaban de cortar la salida de humo. Al mismo tiempo, se procedió a llamar al técnico de mantenimiento encargado de la calefacción.

Los escolares pudieron volver a las aulas a las 11.30 horas casi con total normalidad. "Todo quedó en un susto y lo único malo es que tendremos que dar clase sin calefacción hasta que sea reaparada, declaró la directora del colegio, Arancha Muñiz, que se tomó con cierta filosofía la que fue su primera crisis al frente de la dirección del centro a la que accedió este año. La directora confía en que los técnicos puedan reparar la instalación "cuanto antes" y seguir con las clases como si nada hubiera pasado. "Desconocemos el alcance de la avería, pero con un poco de suerte se podrá resolver rapidamente", indicó al mismo tiempo que algunos vecinos y madres respiraban al comprobar que los alumnos se encontraban perfectamente en el patio.

Mientras tanto, los pequeños intentaron quedar al margen y evadirse de la preocupación de los adultos, jugando y preguntándose por los motivos de que se montara tanto revuelo. "¿Es que vamos a ser famosos?", se preguntaban los niños al ver tanto despliegue de policías municipales y efectivos de bomberos a las puertas del centro educativo.