Félix Rubio falleció el martes en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) horas después de operarse de dos aneurismas en el cerebro al surgir complicaciones durante la intervención que derivaron en una hemorragia e inflamación en la cabeza que complicaron su estado hasta ocasionarle una muerte cerebral irreversible. Este leonés afincado en Oviedo tuvo que esperar quince días en casa para entrar en quirófano porque el hospital había suspendido la operación por falta de anestesistas. La fecha inicial prevista era el 26 de noviembre y finalmente fue el lunes pasado; 11 de diciembre.

Su familia aclara que el deceso no está relacionado en absoluto con el aplazamiento de la operación, denunciado en su momento por el propio paciente a LA NUEVA ESPAÑA, y agradece el "exquisito trato" recibido en la UCI cuando Félix estaba crítico. "Nos dejaron acompañarle en todo momento, sin límite de horas, e incluso pusieron a nuestra disposición dos despachos médicos", cuenta emocionado Manuel Rubio, hermano del fallecido.

Sus seres queridos tomaron la decisión de donar los órganos para que, "de una desgracia salga algo positivo y podamos repartir felicidad" y porque es una forma homenajear al fallecido. Así, su hermano explica que "Félix siempre se ponía el primero de la lista cuando había que ayudar".

Rubio ingresó el domingo en la planta octava del HUCA hacia las cuatro de la tarde para operarse al día siguiente por la mañana. La única pega que pone la familia está relacionada con esta estancia. Al parecer, tuvo que compartir habitación con una persona moribunda, ya desahuciada, que no era la mejor compañía antes de someterse a una operación riesgosa. "Creemos que Félix necesitaba tranquilidad, aunque su estado de ánimo siempre fue bueno antes de entrar al quirófano", matiza su hermano.

Lo que iba a ser una intervención de una hora y media se alargó más de lo esperado. Uno de los aneurismas a tratar -el secundario- reventó produciendo una hemorragia y una inflamación. Félix pasó la noche en la UCI, hubo que hacerle un drenaje y a las ocho de la mañana del martes entró en muerte cerebral. Como marca el protocolo en estos casos, el personal esperó un tiempo prudencial y dictaminó su fallecimiento doce horas después. El responsable de radiología intervencionista del HUCA, Pedro Vega, junto al resto del equipo médico capitaneado por Tino Arias, lamentó profundamente lo sucedido y explicó que se trataba de una operación de alto riesgo.