La celebración de las Candelas, que ayer acogió como manda la tradición la comunidad benedictina de las monjas del monasterio de San Pelayo, se ha convertido en uno de los actos religiosos más importantes de la ciudad. Cada año hay más fieles y ayer rompieron todas las barreras. Sólo en la procesión por el claustro participaron unas cuatrocientas personas. Bebés nunca hubo tantos para su presentación: treinta.

Sus padres acudieron con ellos para conmemorar la Presentación del Señor en el templo. Entre ellos, además, una niña que se llama nada menos que Candela, que estaba junto a su madre, Dana Díaz. "Con este nombre, la teníamos que traer, igual que a su hermano Beltrán Arias, que nació en noviembre".

Hoy, San Blas. Las eucaristías serán a las once, a la una, a las seis y a las siete y media. Y en la portería, ¡las pastas de las monjas!