Los ovetenses no quisieron esperar al sábado para tomar el menú de Antroxu pese a que la ciudad es la última de Asturias en sacar los disfraces a la calle. Los restaurantes sirvieron ayer pote, picadillo y frixuelos en el noventa por ciento de sus mesas y consiguieron llenar el comedor durante uno de los martes de Carnaval más fríos y lluviosos de los últimos años en Oviedo. Familias, amigos, novios y compañeros de trabajo pasaron por alto el mal fario del número 13 y reservaron mesa para comer. Eso sí, buena parte de ellos con pequeñas variaciones en el segundo plato por aquello de guardar la línea o no tener una digestión demasiado pesada.

La tradición manda preparar de primero pote con nabos, chorizo, morcilla y otros derivados del cerdo; de segundo, picadillo; y, de postre, una variedad de dulces de la región. Sobre todo frixuelos, arroz con leche, picatostes y casadielles. "Nosotros, pa detrás tomaremos un pescadín porque ye mucho". Lola Cuervo y parte de su familia -madre, hija y nietas- decidieron "antroxar" en Gascona. Eligieron El Ferroviario para reunir a las tres generaciones y de paso ponerse al día. Fue la primera vez que comieron el menú de Carnaval fuera de casa, pero están pensando en convertirlo en costumbre.

Jovita Nicolás y su marido José Luis Peláez han comido muchos años los platos de Antroxu en Oviedo. Van siempre al mismo local de Gascona, La Pumarada, al que también acuden casi a diario. "Pedimos cordero en lugar de picadillo. Es más suave", dijo ella justo cuando el camarero Miguel Llames les retiró las sobras del pote. "Estos son de casa", añadió él a punto de servir menú de Antroxu a otra pareja.

No sólo los carbayones celebraron en la ciudad el Antroxu de siempre (la fecha que antecede al miércoles de Ceniza). También aprovecharon para comer pote o frixuelos otros vecinos asturianos. El matrimonio formado por René Díaz y Violeta Rodríguez -natural de Gijón- fue a Teatinos con su hija Esmeralda. "Sólo falta el yerno, que está comiendo en Avilés, pero a nosotros nos gusta aquí. Hasta comemos el Desarme cuando toca", explicaron con el primer plato a la mitad desde el Bodegón de Teatinos.

Grupos numerosos aprovechan el martes de Carnaval para estrechar lazos alrededor de una mesa. En Ca'Lín, en la calle Santa Susana, una decena de mujeres tomó sitio hacia las dos de la tarde. Eran amigas y antiguas compañeras que el resto del año no tienen la oportunidad de coincidir. "Esta comida es una tradición para nosotras. Reservamos y dejamos a los maridos en casa". Las viandas fueron llegando poco a poco. La mayoría de producción propia, como el picadillo de Belmonte de Miranda. o las berzas y las morcillas caseras. "Parece que estamos de comadres, pero estamos 'antroxando'".