"La cirugía del cáncer de ovario es extremadamente compleja y debe estar realizada por ginecólogos especialistas que garantizan los mejores resultados y tasas de supervivencia". Lo aseguró ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Isabel Palacio, oncóloga del HUCA y una de las participantes en la mesa redonda moderada por el ginecólogo del Sespa Juan Ortiz, celebrada con motivo del día mundial de la enfermedad, que suele aparecer de manera silenciosa.

El acto, realizado con la Asociación de Afectados por Cáncer de Ovario y Ginecológico (Asaco), estuvo presentado por Pilar Antoñanzas, coordinadora del grupo de apoyo en Asturias de la entidad. El Gobierno regional estuvo representado por María Jesús Merayo, directora general de Política Sanitaria del Principado de Asturias.

En 2017 llegaron setenta nuevos casos de cáncer de ovario al HUCA. Las mujeres que enferman suelen tener muy buena salud en general, lo que facilita la respuesta a los tratamientos, según señaló la doctora Palacio. Los especialistas también recalcaron la importancia de las tareas de prevención y vigilancia que se llevan a cabo en atención primaria.

Ángel Sánchez del Río, jefe del servicio de Ginecología del Hospital Álvarez-Buylla de Mieres, hizo especial hincapié en la trascendencia de un diagnóstico acertado y una cirugía adecuada que asegure la eliminación del tumor y de las células cancerosas. "El tratamiento se basa en la cirugía, que es piedra angular, y también en la quimioterapia; es muy importante que consigamos quitar todo el tumor", indicó el médico. "Las curvas de supervivencia cambian cuando el grupo quirúrgico tiene experiencia", añadió el facultativo.

Ángeles Paredes, enfermera de la Unidad de Cáncer Familiar del HUCA, relató que esta Unidad inició su andadura en 2007 y se consolidó en 2009. "Nos derivan a personas con sospechas de padecer cáncer hereditario. Es muy importante hacer una historia completa del paciente y recopilar todos los datos posibles para que el estudio sea completo", indicó.

El tumor de ovario presenta síntomas inespecíficos que pueden confundirse con otras patologías, lo que lleva a un retraso en el diagnóstico y a que la enfermedad se detecte en un estadio avanzado. Es el séptimo tumor más frecuente en mujeres.