El Ayuntamiento de Ribera de Arriba homenajeó ayer a sus mayores, como hace todos los años por estas fechas. En esta ocasión los abuelos del concejo que recibieron la distinción fueron Rosalía González, de 94 años, y José Martínez, de 87, que según el padrón municipal son los de mayor edad que no han recibido la distinción previamente. Como broche final, el cantautor candasín Pipo Prendes ofreció un concierto con temas de su disco dedicado al municipio y que incluye la canción "Ribera", que, con emoción, dedicó a la memoria de Aurelio Argel, el gran cronista del folk en Asturias y vecino del concejo.

"Fue el referente de la música folk, y Asturias está en deuda con él, por eso desde aquí pido que por justicia un premio lleve su nombre en reconocimiento a su obra en la música", reclamó el cantautor desde el escenario en medio de grandes aplausos.

Pero antes, los dos abuelos, al entrar en el polideportivo del colegio público Pablo Iglesias, donde se celebró el acto, recibieron numerosas muestras de afecto. Aunque ambos confesaron que no eran muy amigos de homenajes, reconocieron que no les quedó más remedio que ceder, ya que no deja de ser un reconocimiento de sus vecinos. "Ilusión claro que me hace, pero cuando me lo comunicaron hacía poco tiempo que había fallecido mi marido y no estaba bien de ánimos, pero mis hijos, mi nieta y el alcalde, José Ramón García, al final me convencieron, a mí me gusta cumplir con la gente", comentó Rosalía González, que nació en el año 1924 en San Juan de Priorio (Las Caldas). De muy joven trabajó de pantalonera, hasta que se casó y se fue a vivir a Bueño.

José Martínez tampoco es amigo de barullos. "Estoy acostumbrado a estar solo, pero una vez al año no pasa nada", comentó con buen humor. Su vida es de película. Nació en Madrid en el año 1931, de padres de Cangas del Narcea. La familia vivió el asedio de la capital durante la Guerra Civil. "Era pequeño, pero recuerdo muchas cosas, sobre todo cuando a los niños nos evacuaron a Cataluña y después a Francia". También vivió los difíciles años de la emigración en Bélgica. Desde 1978 vive en Bueño. Los dos abuelos estuvieron arropados por familiares y por más de un centenar de vecinos.