El fuego arrasa, pero también purifica. El incendio que quemó el estudio "33820" del pintor madrileño, afincado en Grado, Alberto Mendívil, el pasado mes de noviembre, es ya sólo un mal recuerdo que le ha servido para introducir vibrantes colores en la gama de rojos, naranjas y amarillos que, junto con las piscinas y sus habituales paisajes y jardines "irreales", han conquistado al público de la sala de exposiciones de Nerja (Málaga) donde hoy clausura su última exposición. "Estoy contento, ha pasado mucha gente por aquí, una media de ochenta personas al día, que me felicitan por la obra", afirma el artista, quien lleva desde el pasado día 7 con la colección abierta en una sala municipal de Nerja, gestionada por la asociación Nerjeña de Acción Cultural (ANAC).

Setenta obras que repasan su trabajo de los últimos dos años, en los que destacan los paisajes y los jardines habituales en la temática de Mendívil, en los que nunca faltan elementos que transforman el espacio. Una colección en la que también tienen especial protagonismo las piscinas, en las que el pintor demuestra su dominio con el pincel sobre la quietud del agua.

Además de atender la exposición, Mendívil ha aprovechado para coger inspiración. Así es que su cuaderno de bocetos está plagado de referencias a la sierra de La Almijara, la localidad de Frigiliana, y se ha empapado de los tonos verdes y ocres del paisaje malagueño, que a buen seguro incorporará a su paleta.

Tras la clausura de la exposición, hará un viaje relámpago a Marruecos con su amigo el ceramista Viriglio Rodríguez Sánchez, para imbuirse en los paisajes del vecino país, que han tenido influencia sobre su obra, con especial atención a la localidad de Chefchauen, conocido como "el pueblo azul". Todo para coger fuerzas para estrenar su remodelado estudio en la plaza General Ponte de Grado, donde seguirá con su imparable y productiva actividad pictórica. Mendívil, como el ave fénix.