"Cuidar el patrimonio cultural siempre genera riqueza, y Asturias, que no vende un turismo de sol y playa, tiene en ese ámbito una gran oportunidad para obtener beneficio económico". Así lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Isabel Ruiz de la Peña, historiadora medievalista y profesora de la Universidad de Oviedo, durante la mesa redonda titulada "El patrimonio asturiano a debate: agentes, necesidades y propuestas de mejora", celebrada al hilo de la presentación del número 26 de la revista "Románico", editada por la Asociación Amigos del Románico.

Ruiz de la Peña también hizo autocrítica y lamentó que la Universidad no siempre se involucra como debe en la tutela y mejora del patrimonio, desde la doble vertiente de la docencia y la investigación. "Tenemos la obligación moral de sensibilizar al alumnado; cuidar el patrimonio no es una inversión a fondo perdido, es una ganancia", aseguró.

Augusto Guedes, director de la revista "Románico" y miembro de la junta directiva de la Asociación de Amigos del Románico, matizó que uno de los objetivos de la asociación es poner en relación la Universidad con la sociedad. También destacó que la lista asturiana de bienes amenazados es larga y abogó por "tratar de conseguir que nuestros hijos tengan el mismo patrimonio que nosotros hemos disfrutado, y a ser posible mejorarlo". Además, animó a conocer los bienes que alberga la región, "ya que no podemos conservar sin conocer lo que tenemos".

Rubén Domínguez, presidente del Club Popular de Cultura "Llaranes" e historiador del arte, explicó su trayectoria en la defensa del patrimonio industrial del Principado. "Falta conciencia por parte de la gente. Por ejemplo, la central térmica de Ensidesa fue dinamitada y muchos edificios se han perdido", señaló.

Ana Fernández, presidenta de la Asociación Cultural "Iglesia de Moru", hizo hincapié en lo mucho que puede conseguirse desde una comunidad vecinal para proteger un bien.

Fernández promovió en 2008 la creación de la entidad que trabaja en pro de la protección y restauración de las pinturas de la iglesia riosellana, que fue incendiada en 1936, dejando a la luz valiosas pinturas.

El arquitecto Daniel Fernández, miembro de la junta directiva de Amigos del Románico y del consejo de redacción de la revista, advirtió de que a la hora de restaurar deben cuidarse procesos y materiales. "Suele decirse que la mejor restauración es aquella en la que parece que el arquitecto no ha estado", aseguró.