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Un asturiano que pinta mucho en Alemania

Julio Rondo salió de Sotrondio con 10 años y emigró a Stuttgart con sus padres; allí triunfa en el arte y en su tierra apenas es conocido

Julio Rondo, ayer en Oviedo, en el estudio de Pablo de Lillo. IRMA COLLIN

Julio Rondo (Sotrondio, 1952) llegó a la ciudad alemana de Stuttgart con diez años. Sus padres habían ido antes: él era mecánico y se fue a trabajar a una fábrica de Mercedes, su esposa lo siguió poco después con los niños, con Julio y su hermana. Cuando cumplió los once años Julio ya hablaba alemán con soltura, era el único extranjero en su clase y fue bien recibido por sus compañeros. Tenía a su favor una baza, su destreza con el balón, porque en las cuencas mineras, de donde venía, en poco más podían entretenerse los niños de familia trabajadora. Posee una buena voz, así que en Alemania ingresó en una agrupación de niños cantores y fue un buen estudiante. Rondo encajó perfectamente en Alemania, no recuerda ningún trauma infantil por aquel cambio de vida. Cada verano visitaba Asturias y a la familia con sus padres, ya adulto hubo años que viajó hasta tres veces. Es asturiano -"¿Cómo podría sentirme de otro sitio?", pregunta- y mantiene vivo el vínculo con la tierra. En Alemania ha hecho carrera como pintor, y sin embargo en Asturias no se oye hablar de él, nunca ha traído su obra ni conoce gente en círculos artísticos.

Ha sido en Alemania y a través de un galerista que comparte como Julio Rondo se ha encontrado con un paisano también del mundo del arte, el ovetense Pablo de Lillo. Entre ambos se ha establecido una amistad que podría fructificar en una futura exposición.

Rondo pasa unos días en Asturias, donde llegó pensando en asistir a la inauguración de una colectiva de artistas alemanes que De Lillo presentará en septiembre en su espacio creativo. El alemán de Sotrondio confundió la fecha y llegó con un mes de adelanto. Pese a ello, no dejó de lado la visita a Oviedo y aprovechó el día de ayer para intercambiar impresiones con Pablo de Lillo y hablar de alguna colaboración.

Cuando murió Franco los padres de Julio Rondo regresaron a España y se instalaron de nuevo en Sotrondio. Fue una de las ocasiones en las que el pintor tuvo que pensarse si volver o no. Realmente no le costó mucho tomar la decisión, cuenta que vivía en una comuna, que estudiaba arte en Stuttgart y que lo que podía llegar a conseguir en España no tenía ni comparación con lo que Alemania le ofrecía. "En España me hubiera sido imposible hacer la carrera que he hecho", afirma.

En perfecto castellano, aunque con entonación germánica y giros asturianos, habla de su amor por Asturias. "La llevo conmigo hasta la muerte. Es una parte de España muy especial, un lugar relajado, con comida buena, gente amable, paisajes...", hace recuento. Y también está la sidra.

El portfolio que presentó para ingresar en la escuela de arte, en Stuttgart, lo pintó en Ribadesella, alojándose en casa de una tía. Su arte ha evolucionado mucho desde entonces: dejó atrás la figuración, experimentó con la tipografía, enseñó en una academia y ahora trabaja con grandes formatos y pinta sobre cristal. Se ha establecido en Berlín y le ilusiona poder mostrar pronto sus obras en Asturias.

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