"A veces los problemas no pueden resolverse tan fácilmente y lo que tenemos que hacer los médicos es enseñar a quienes los padecen a convivir con ellos del mejor modo posible". Lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Pilar Saiz, psiquiatra del Centro de Salud Mental de La Corredoria y profesora titular del Departamento de Medicina de la Universidad de Oviedo.

La doctora Saiz intervino en la mesa redonda titulada "La medicina como arte para la vida. La atención del sufrimiento más allá del diagnóstico", organizada por el Teléfono de la Esperanza, con la colaboración de la Consejería de Sanidad, con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio.

"Sobre todo los médicos de familia tienen que enfrentarse a un alto número de pacientes en poco tiempo, que a veces no da para preguntar y hablar", indicó la especialista. Tanto ella como José María Uncal, psiquiatra, director técnico del Servicio Sanitario del Teléfono de la Esperanza, e Hilario Paz, presidente de la entidad, coincidieron en destacar la importancia de escuchar a quienes padecen un sufrimiento muy intenso, a fin de propiciar una "liberación" del problema.

Y es que con unas pocas palabras puede ayudarse a alguien a reconducir una situación e incluso a evitar que esa persona se quite la vida. "El 90 por ciento de las personas que cometen un suicidio padecen un trastorno mental que a veces no ha sido sacado a la luz; es el principal factor de riesgo", indicó Uncal. "A quienes sufren les cuesta sacar a la luz sus tendencias suicidas; no estamos educados para manejar estas cuestiones", añadió. Muchas veces el trastorno puede venir desencadenado por una enfermedad discapacitante o problemas muy agudizados. Los especialistas también insistieron en la necesidad de que la persona que solicita ayuda nunca se sienta avergonzada ni censurada, y que entienda que no está sola. "La persona que tiene ideas suicidas suele ser bastante reconcentrada en sí misma y tiene la sensación de que nadie la entiende", recalcó Uncal.