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Carta abierta de la hermana mayor de la denunciante

"Es triste no poder ir sola a casa"

Que tengas 17 años y que no puedas volver a casa sola me resulta triste. Que vivas en un pueblo y no puedas salir sin que te tenga que ir a buscar o controlar tu familia me resulta agobiante. Que hayas pedido ayuda al pueblo, que hayan prometido ayudarte y que a la hora de la verdad te digan que "no puedes generar una alarma social" me resulta repulsivo. Pero eso es lo que le está ocurriendo a mi hermana pequeña. Si no nos queréis ayudar a contarlo, lo contaremos nosotras. Yo soy adulta, tengo 30 años y la obligación de hacerlo.

Es la tercera denuncia que ponemos por el mismo tema. Personas (vamos a decirlo así) que residen en la casa de acogida de Loriana, en la parroquia de San Claudio, estuvieron, están y estarán a este paso acosando a mi hermana. Por suerte, esta última vez hubo un testigo.

El 25 de junio de 2017, el 3 de septiembre de 2017 y el 10 de septiembre de 2018 son las fechas de las denuncias que hemos interpuesto contra esta "gente". Todas ellas son de índole bastante parecida. Esas personas ven a mi hermana en el autobús y comienzan a cambiarse de sitio hasta poder estar cerca o incluso enfrente de ella para comenzar así a intimidarla. Hablan entre ellos en su idioma, la miran, cuchichean, observan su móvil y leen lo que tiene en la pantalla en alto, para que así ella note que están observándola, por si no se hubiese dado cuenta.

Ella, asustada, avisa a su familia para que vayan a buscarla a la parada del autobús, una parada que se encuentra a sólo 200 metros de su casa, los cuales no puede recorrer sola por miedo. Nuestra madre, a la hora que sea y dejando atrás cualquier cosa que estuviera haciendo, sale corriendo a su encuentro y se encuentra todas las veces con la misma situación. Los "individuos", generalmente dos, se bajan detrás de la chica, en una parada que no es la suya, y la siguen, llegando incluso a cogerla del brazo.

En otras ocasiones, la buscan también por redes sociales para mandarle mensajes y seguir acosándola, generándole miedo y ansiedad. Hemos pedido ayuda al pueblo, a la asociación de vecinos, les propusimos recoger firmas, hacer algo para que esta "gente" cambiara de ubicación, ya que el problema de mi hermana no es un caso puntual. Hay muchas quejas de vecinos que les entran en sus fincas, gente a la que intimidan en las fiestas del pueblo, vecinos que se quejan de verlos utilizando drogas en el pueblo delante de sus hijos y otras tantas cosas más. ¿Cuál es el problema? Son sólo eso, quejas. No hay más denuncias que las nuestras. La Policía Judicial, junto con la Guardia Civil, ha actuado con nosotras muy amablemente, con un trato impecable, poniendo a nuestra disposición todos los medios de los que disponen, pero si no hay más denuncias poco más pueden hacer.

Se realizó una reunión en el pueblo sobre seguridad ciudadana, para dar consejos a la gente de la tercera edad, en la cual al final de los consejos se trató el tema que nos incumbe. Básicamente lo que se hizo fue ridiculizar a mi hermana, dándonos así la espalda. Todas las promesas que nos hicieron se desvanecieron. Hay que destacar también la poca asistencia a la reunión, ya que no había carteles anunciándolo. Sólo uno dentro del propio centro donde se realizó la reunión. Sí se anunció en plataformas sociales, las cuales la gente de la tercera edad en numerosas ocasiones no sabe utilizar.

Con este escrito lo que queremos es visibilizar el problema, contar que en San Claudio hay problemas y pedir ayuda al Ayuntamiento. No nos vamos a cansar de denunciar, por mucho que nos quieran tapar la boca por "crear una alarma social".

Leila González Villaverde

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