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Los olvidados héroes anónimos de la ciudad

A lo largo de la vida aparecen muchas personas que ayudan de una u otra forma, por las que se siente gran aprecio

Los olvidados héroes anónimos de la ciudad

Nos hemos acostumbrado a que muchos artistas secundarios tengan premios importantes por las películas en las que trabajaban. Por eso hoy quiero recordar a personas de Oviedo que trabajaban en organismos y empresas y que sin ser titulados, tuvieron su relevancia mientras vivieron entre nosotros. Siguiendo esa norma aritmética de que el orden de factores no altera el producto, les cuento.

Yo pertenecí a la OJE, (Organización Juvenil Española), cuyo local o sede social estaba en la calle Uría, en lo que llamábamos La Casa Blanca, por ser de mármol blanco su fachada. Quien ponía orden allí era una persona llamada Murillo. Durante muchos años, incluso después de haber desaparecido la OJE yo seguía viendo en la calle a Murillo, que nunca dejó de saludarme cuando nos cruzábamos.

Tengo muy buen recuerdo de aquel hombre que, imponía su seriedad, aunque, sin embargo era de semblante agradable.

Cambiando de lugar, en la calle Suárez de la Riva, estaba el local de juegos que regentaba Teo. Nunca supe completo su nombre, porque la frase que se oía en voz alta solo era: "Corta Teo", que era, lógicamente, cuando una partida de billar finalizaba y otra nueva debía empezar. Había que poner el reloj en su hora al momento de acabar y empezar. Más adelante y siendo ya mayor, tuve que ir a la delegación de Industria, en Oviedo, para arreglar un papeleo sobre el alta de un ascensor.

La complejidad de tales papeles hizo que me acercase a la mesa de un conserje que allí estaba sentado, con el fin de cubrirlos para presentarlos en el mostrador. El conserje o bedel fue tan amable que me facilitó toda clase de respuestas necesarias. Se llamaba Pepe. Y desde entonces tuve un amigo que, por recomendación mía, facilitó otra serie de trámites en la delegación de Industria.

Y como el mundo es tan pequeño, una de las pocas veces que fui al cine en los Multicines Clarín, en la Avenida Valentín Masip, me encontré con Pepe, que también trabajaba allí como portero. Hubo muchos más personajes en aquel Oviedo antiguo donde todo el mundo se conocía y se ayudaba.

Hoy sólo hago referencia a tres personas de las que conservó muy buen recuerdo, pero hay muchas más.

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