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Turismo llambión: nuevo recurso de Oviedo por la alta calidad de sus pastelerías

Muchos visitantes prefieren acercarse a las confiterías antes que a la Cámara Santa, reconocen los guías

Dos mujeres, mirando pasteles y dulces en un escaparate de Rialto ayer por la mañana. IRMA COLLÍN

Carbayones, moscovitas, letizias, olgas, dos almendras, milhojas, cubiletes o bombones de mazapán con guirlache. La lista de dulces y pasteles que se elaboran y venden en Oviedo es casi interminable. Unos son típicos de la ciudad, otros son la bandera de un establecimiento y algunos poseen ambas características. Entre todos, han logrado atraer a miles de personas a lo largo de los años dispuestas a darse un capricho. La oferta se ha ido ampliando hasta tal punto que hoy en día existe en la ciudad un "turismo de confitería". Visitantes que preguntan expresamente por un pastel o por un establecimiento. La explicación la da el presidente del Gremio de Artesanos Confiteros de Asturias, Alberto Díaz Iglesias: "La región está en el tercer puesto del ranking nacional de pastelerías y buena parte de esos negocios están Oviedo, donde hay locales centenarios de altísima calidad repostera". Es decir, la ciudad está en la cima de la pastelería y la confitería, solo por detrás de Barcelona y Madrid.

Pasteles o Cámara Santa

Los guías turísticos están acostumbrados a hacer "rutas dulces" e, incluso, han tenido que adaptar sus trayectos culturales. Alejandra Trapote, guía oficial del Principado, lo confirma: "Hay un interés generalizado y creciente en los últimos años por la repostería. Hay quien te pregunta directamente por un pastel antes que por un monumento y tiene hecha una lista con los dulces que se quiere llevar". El propietario de Camilo de Blas -la pastelería más antigua de Oviedo, abierta en 1914- tiene varias anécdotas sobre las preferencias de los turistas: "Una guía entró algo enfadada en mi establecimiento con un grupo porque llevaban un retraso considerable en la visita a la ciudad. 'Me están diciendo que no les importa perderse la Cámara Santa. Que quieren probar los carbayones'. Compraron y se fueron a toda prisa", explica Juan de Blas. Uno de sus colegas de profesión va más allá y analiza los beneficios económicos que tiene para Oviedo contar con un alto nivel de repostería. Francisco Gayoso, dueño de Rialto (inaugurado en 1926), cree que es posible trazar un perfil medio del turista gastronómico. "Detrás del mostrador nos damos cuenta de que cada vez vienen más viajeros de alto poder adquisitivo atraídos por la oferta dulce de la ciudad e, incluso, por la historia centenaria o casi centenaria de algunos locales. La lectura es positiva. Los pasteles son algo más que un bocado dulce, son un impulso económico. Sin embargo, también hay una lectura negativa. Los ovetenses no somos conscientes de que somos un referente nacional hasta en bombones. Podemos competir con la calidad del chocolate belga", afirma. En su caso, ha sabido aprovechar el tirón de las moscovitas para expandir el negocio y abrir 180 tiendas gourmet en España que venden estas pastas.

Para Juan de Blas, el turismo siempre ha sido un factor fundamental en la subsistencia de las pastelerías, pese a que la clientela ovetense siempre ha sido fiel. "Todos hemos sabido mantener y mejorar el nivel con nuestro propio estilo y especialidades. El caso de Oviedo es muy curioso", sostiene.

El presidente del Gremio de Artesanos Confiteros de Asturias mantiene regularmente reuniones con confiteros nacionales e internacionales que vienen a Oviedo a impartir cursos especializados. "Se quedan alucinados con el nivel. No sólo de Oviedo, sino de Asturias en general. El boca a boca de los profesionales también ha ayudado a que nuestra repostería gane fama", apunta Alberto Díaz Iglesias.

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