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DANIEL ÁLVAREZ GUTIÉRREZ | Abogado y hostelero

"De mi padre aprendí a respetar la palabra dada y a ser un paisano"

"Tuve una infancia muy diferente a la de los niños de hoy y muy feliz, sobre todo en el tiempo en que mi padre tuvo un trabajo menos intenso"

Daniel Álvarez Gutiérrez. LAURA CARADUJE

Daniel Gómez Peláez (Oviedo, 31 de noviembre de 1978) es abogado. Y también hostelero, tras tomar las riendas de los negocios fundados por su padre, el tristemente desaparecido José Manuel Gómez, conocido como "Pepe el del Tizón" por el local que lo hizo famoso, fallecido el pasado mes de julio a los 68 años, tras una larga pelea contra el cáncer. A sus cuarenta años y con una exitosa carrera jurídica, Daniel Gómez decidió recoger el legado de su padre, una decisión de la que no se arrepiente.

La infancia entre Oviedo y Tineo. "Nací en Oviedo y me crié entre Ventanielles y Riocastiello, el pueblo de mi padre en Tineo. Mi madre trabajaba a turnos en el hospital y mi padre era hostelero, con lo que mi hermana y yo estábamos mucho con cuidadores y abuelos. Hasta los ocho o diez años mi infancia transcurrió así, jugando al tenis en la carretera. Era otra época en la que no había tabletas ni consolas de videojuegos. En el pueblo me lo pasaba genial con los abuelos, los primos, el ganado y todas esas cosas que me hicieron tener una infancia completamente diferente a las de los niños de hoy. En el pueblo se veía una sola cadena de televisión y sólo había una tele en color, en una casa a la que íbamos todos los niños".

La hostelería, siempre presente. "Entre La Gran Tasca y la apertura del Tizón en 1985, mi padre se dedicó al taxi. En esos años trabajaba menos horas y pude disfrutar mucho de su compañía. Éramos muy felices. En 1985 abrió el negocio que se convirtió en un hijo más de la familia. Los años escolares también fueron muy felices. Estudié en el Loyola y luego hice el bachiller en el Auseva. Entre los profesores recuerdo a Camilo, que me daba Lengua y Latín, y a Nicolás, un profesor de Lengua que era del Real Madrid y un día coincidió con mi padre y conmigo en el Tartiere. Mi padre animaba al Oviedo de un modo contundente y él a su equipo. Creo que me aprobó de milagro...".

La carrera de Derecho en Madrid. "Me fui a Madrid para estudiar Derecho. Siempre fui un estudiante medio. Allí hice la carrera y los cursos de postgrado, en la Universidad Europea y en el ICADE. Al acabar me incorporé a un despacho y empecé la andadura profesional en Madrid. Más adelante trabajé en una mutua laboral y me desplacé por varios lugares de España. Me di cuenta de que las grandes compañías no eran para mí. Me iban más las empresas pequeñas Así que renuncié a todo aquello por una oferta que me llegó en 2003 de Hostelería de Asturias, que entonces presidía Alfredo García Quintana. Estuve doce años con un equipo humano magnífico. Fue donde mas crecí profesionalmente. Nos tocó lidiar con distintos convenios, la ley del tabaco y la nueva ordenanza del Oviedo Antiguo, para incorporar a los bares de música a los 85 decibelios. Conseguimos la paz social en el sector, algo que fue esencial. También estoy orgullos del trabajo que hicimos con la ley del tabaco. En una asamblea en La Gruta más de 600 hosteleros votaron optar por la prohibición total de fumar en los locales, a sabiendas de que iba en contra de sus intereses. Fue una buena medida. No queríamos que la gente afrontase obras. La hostelería es el 60% del PIB de Asturias. A partir de ahí me ofrecieron entrar en un despacho grande y conocí a Tomás Fernández Antuña, con el que trabajé unos años".

La luz, después de unos años difíciles. "Estos tres últimos años han sido los más difíciles de mi vida. Viví un divorcio y perdí a mi padre tras una enfermedad grave y dolorosa. Acepté su legado con orgullo, porque son muchas las familias que dependen de nosotros. Entre lo bueno tengo a mi hija Cecilia, de ocho años, a la que adoro y conocí a Patricia García Cuesta, mi actual pareja. Sin ella sería imposible hacer lo que hago. Tener ese aliento en casa y contar con alguien que tiene sus propias metas es esencial.

La importancia de formar un buen equipo. "En la vida es muy importante la actitud que se toma ante las cosas y en nuestro sector es fundamental contar con un buen equipo humano. Una sola persona no puede estar en todo. Eso lo aprendí de mi padre. Es muy difícil hacer equipo y encontrar gente bien formada. Nosotros lo hemos conseguido en nuestros negocios. Hay que trabajar siempre con espíritu de familia, que la gente sienta la empresa como suya. De mi padre siempre tengo presente el trato tan cordial y cercano que tenía con todo el personal".

Muestras de afecto. "La prueba de lo mucho que la gente quería a mi padre fueron las muestras de afecto desbordante que llegaron con su fallecimiento. Eso no es por casualidad. Tenía un carácter muy peculiar, pero poseía un corazón de oro. Era un paisano de los de antes. Siempre decía que cuando daba la mano, esa mano quedaba dada, a la vieja usanza de los tratantes asturianos. Intento hacer lo mismo y estar a la altura, respetar la palabra dada y llevar una trayectoria en la vida de la que pueda sentirme orgulloso".

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