Uno lo entiende todo, desde la urgencia de buscar un buen sitio al Archivo municipal a las ganas de presentar La Vega como pieza reina de la montería electoral. Pero quizá un claustro barroco del XVII-XVIII (edificio catalogado, que no BIC) no sea lo más deseable para almacenar documentos. Las humedades a la vista están, y también la dificultad de parcelar el espacio a menos que uno pretenda cargarse (no sería la primera vez) lo poco que queda del antiguo monasterio benedictino. Si además pretendes meter allí un museo de la ciudad, un centro de interpretación del Prerrománico y una biblioteca, es que piensas que, amén de barroco, el edificio también es mágico, capaz de estirarse hasta donde nos lleven las ocurrencias electorales.
