Carmen Polo presidió la inauguración del barrio Guillén Lafuerza en 1945 y por orden de su marido agasajó a los residentes -procedentes en su mayoría de los entonces destruidos San Lázaro y Santo Domingo- con una comida multitudinaria, un rancho. Esa es una de las teorías que explica el nombre popular que recibe la zona, El Rancho. La otra es que las viviendas tenían un pequeño huerto trasero como forma de autoabastecimiento. El geógrafo y profesor de la Universidad de Oviedo, Manuel Maurín, explicó ayer ésta y otras curiosidades durante una ruta gratuita por el patrimonio obrero residencial de Oviedo, una actividad que organizó Somos y en la que participaron unas cuarenta personas.

La visita duró tres horas e incluyó paradas en Ventanielles, Guillén Lafuerza, la Colonia Ceano, el grupo Santa Bárbara, el grupo Brigadier Elorza, las casas sindicales de Tocote en Pumarín, las viviendas de El Vasco, las viviendas de La Lila y un par de bares "de toda la vida" para reponer fuerzas. A la cita acudieron también la vicealcaldesa Ana Taboada y el concejal de Urbanismo, Ignacio Fernández del Páramo, que completó las explicaciones del geógrafo Maurín.

La ovetense Tati Castañón y su hija de 15 años, Lena Ardisana, llegaron con tiempo de sobra al punto de encuentro de la ruta, a las 10.30 horas en la plaza de la Catedral. A la madre le llamó la atención que se tratase de una visita por las zonas menos turísticas de la ciudad, mientras que la adolescente, aficionada a la historia, se dejó convencer un sábado por la mañana. La presidenta de la asociación para la recuperación de la memoria histórica "Trece Rosas", Laura Díez, fue otra de las personas que se apuntó a la jornada cultural con ganas de conocer más a fondo la arquitectura obrera de la ciudad, datada en su mayoría en el periodo franquista de 1939 a 1960.

El grupo cogió un autobús en la calle Jovellanos para ir a la plaza Lago Enol, en Ventanielles. Cada uno pagó por separado su billete, 1,20 euros, aunque hubo quien prefirió ir andando. Una vez reagrupados, Maurín explicó en mitad de la plaza que aquella es la barriada obrera más grande de Asturias al tener 2.100 viviendas en bloques levantados en 1955. "Población de la zona rural asturiana vino a vivir aquí. Los hombres en la construcción y las mujeres en el servicio doméstico. Era un terreno muy barato. Tras levantar los edificios de acuerdo al modelo de polígono francés, la zona no se urbanizó ni tuvo otras infraestructuras. A los vecinos les llegaba el barro por las rodillas cada vez que llovía", explicó ante la atenta mirada de los visitantes, que confraternizaron al final de la ruta cultural en un picoteo pagado a escote junto a la plaza de la Catedral.