El Asperger, un conjunto de características mentales y de conducta que forman parte de los trastornos del espectro autista, se manifiesta de manera diferente en mujeres y hombres y así quedó ayer de relieve en la mesa redonda celebrada en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA.

Las mujeres afectadas por Asperger no entienden las reacciones de los demás y tampoco comprenden el malestar que desatan frente a unos comportamientos que ellas no perciben como insensibles, sufren y siente angustia y ansiedad, e incluso pueden llegar a padecer trastornos alimentarios. Así lo puso de relieve Gema Trelles, psicóloga de la Asociación Asperger Asturias, que ayer intervino junto a Sandra Fernández y Magdalena García, afectadas por el trastorno cuyo día mundial se celebró el lunes.

"La mujer con Asperger suele ser, además, víctima de acoso escolar o laboral o de abuso físico y sexual", señaló Trelles, quien también destacó que las niñas con Asperger suelen buscar la compañía de otras, pero huyen de los grupos. "Suelen ser más pasivas que los chicos y quizás más inmaduras e ingenuas que sus compañeras", recalcó la psicóloga.

"Las niñas suelen tener más habilidades sociales que los niños, pero tienen dificultades para adaptarse al juego de las demás y a las conversaciones", detalló la especialista.

Sin embargo, las niñas presentan un juego más imaginativo, que suele estar más limitado en los niños, hasta el punto de dar lugar a comportamientos que hacen pensar a los padres y profesores que no padecen Trastorno del Espectro Autista (TEA).

Mientras que a los niños afectados suelen gustarles los medios de transporte y la historia, a las niñas en cambio les entretienen cosas más cercanas a otras chicas de su edad. "En la adolescencia es frecuente que las chicas parezcan más jóvenes y que no tengan tanto interés por seguir las modas, aunque no es una norma. El perfil es muy variado", indicó Gema Trelles.

Infancias solitarias

Uno de los momentos más emocionantes se produjo cuando Sandra Fernández y Magdalena García contaron su vida como afectadas de Asperger y autismo. "Yo soy autista desde que nací; suele haber niñas que tienen algún tipo de regresión, yo tuve una evolución lineal. Las preocupaciones de mis padres empezaron cuando tenía 2 años porque no me entendían al hablar", señaló Sandra Fernández. En la guardería se sabía los nombres de todos los niños, pero jugaba sola, y a los 3 años se expresaba como un adulto. "En toda mi etapa escolar me hicieron 'bullying', desde los 4 años", lamentó.

Lo mismo le pasó a Magdalena García, que relató una infancia solitaria en una familia desestructurada. "Hasta los 21 años, que fue cuando empecé con mi ex pareja, no me diagnosticaron Asperger; fue ella la que se dio cuenta de que podría tener algo relacionado con el autismo, saberlo me ayudó a conocerme más a mí. Hasta entonces me consideraban la rara y lo sigo siendo", indicó la joven.

Magdalena García confesó que es muy desorganizada y reconoció que se preocupa más por los demás que por ella misma.