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Ante el aniversario de la muerte del rey Casto (3)

Contemplación emocionada de un códice singular

La descripción detallada de un tesoro de la Catedral

El Pantocrátor del Libro de los Testamentos.

Adefonsus Rex Castus. Sancta Maria Armiger Regis, Sanctus Michael. Draco, expresiones latinas de fácil traslación. Con todo te las haré sonar en nuestra legua castellana, para más facilidad de intelección. Como una letanía podríamos recitar: El Casto Rey Alfonso, Santa Maria, el escudero del Rey, el Arcángel san Miguel y para colmo, el dragón infernal. Una serie hermosa de personajes vas a ir descubriendo ahora, al comentártelos en sus semánticas de sublimidad: el Pantocrátor, Ángeles y Arcángeles, Querubes y Serafines. Bien quisiera enumerarte los nueve coros angélicos, aunque no los exprese el illuminator del Códice; decirte también quisiera añadirte: Tronos, Potencias y Dominaciones, Virtudes y Potestades, pero me limitaré al contenido del casi divinal Libro. El Rey Casto es y será, con todo, atractivo final del "Testamentorum Liber" Deja ya atrás todo el contenido del primer piso de la decoración, para elevarte al segundo bien delimitado.

Emerge aquí como una porción de cielo en cuyo centro se destaca Cristo Pantocrátor, el Señor y dueño de todo, "por medio de quien todo ha sido hecho, el Omnipotente, el Todopoderoso. Escucha cuál se define a sí mismo: "Yo soy de todo el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega", que, en sinonimia de paralelismo, también llega a decir: "Yo soy la luz del mundo", "Yo soy la Luz y la Vida", "Yo soy el Pantocrator, el Todopoderoso, " el Alfa y la Omega" , el principio y el fin detodo cuanto existe en el cielo y en la tierra y hasta en los abismos.Soy el Omnisciente, la "Sapientia", la Sabiduría en totalidad. Yo soy el Biblióforo, el portador del Libro, de la Biblia, de la Escritura de Dios toda la divinidad: es Hombre y es Dios.

El Pantocrátor sostiene el Libro en su sinistra mano. El Libro es cual un cofre en que se encierra el tesoro de la Sabiduría toda del Dios Omnipotente. El Pantocrátor tiene cuerpo de Hijo del Hombre, porque el "Verbo se hizo Carne", se hizo Cuerpo de Hijo de Hombre, irrumpió en laHistoria de la Salvación como Hijo de Hombre, se hizo faz, se hizo manos, se hizo pies de Hijo de Hombre. Sus vestidos rebrillan como en nueva Transfiguración, su halo crucífero y tripotenciado, con su trono de esplendores sin medida, con el cielo y la tierra por escabel de sus plantas, envuelve el todo de divinidad. Tiene naturaleza de Hombre, sí, pero, en igualdad, posee naturaleza de Dios.

Por su condición de Dios, su mano diestra es la mano con que hizo, en el principio, el cielo y la tierra. Sus manos son manos que traían a los enfermos sanación, manos con que bendice siempre y trae consigo todo bien. Tres de los dedos de esa mano divinal, formando haz -el medio, el índice y el anular- revelan que el que bendice es Trino y Uno, es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo, plenamente diferentes en su naturaleza, pero iguales en su dignidad. Los otros dos dedos -el meñique y el pulgar- ,bien conjuntados, proclaman, a voz en grito, que doble es su naturaleza, humana y divinal. En efecto, el credo de la fe te enseña, como traducen los cristianos en el rito hispano mozárabe, que es "omousion", de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho, aquel que se sienta en el trono y el Cordero, que quita el pecado del mundo, en quien dos naturalezas, divina la una y humana la otra, hay en Cristo, que, por esta vía, se reclama para María el más sublime título, el ser la Theotókos, la Mater Dei, la Madre de Dios. Y, por ende, María Madre del Redentor, Madre de Jesús, Madre de Cristo Salvador.

Dos figuras angélicas agarran y sostienen, para adoración y éxtasis del Rey que levanta sus ojos al cielo, la almendra mística, dentro de la cual destaca el sublime Pantocrátor. Asiste ahora a la gran concepción cósmica, que nos ha trasmitido el "Illuminator", el maravilloso "exornator": es el "Tetramorphos" cual lo contempló el Profeta Ezequiel: cuatro figuras de animales distinguió el Profeta: "figura de hombre" que es San Mateo. "Figura de Águila" y esta es el Evangelista San Juan, el vidente de Patmos, el que se elevó a mayor altura, en la explanación de los misterios insondables de Dios. "Figura de león" es la tercera, en quien contemplamos, con los ojos del Espíritu, la figura del Precursor, que grita, en un desierto poblado de leones, 'allanad los caminos al Señor' y representa a San Marcos, y mucho aprendió de su maestro, Pedro, el que sería piedra angular de la Iglesia del Cordero. "La cuarta, en fin, es figura de buey" y es el evangelista Lucas, que inicia su Evangelio con la narración de los sacrificios de la Antigua Alianza, ofrecidos a Dios por el 'sacerdote Zacarías, que ofrecía culto al Altísimo, desempeñando el turno de Abías'.

La cuatro figuras de animales están en suma descalcez, como Moisés, en presencia del Dios Altísimo, cuando oyó de Yawé Dios: "quítate las sandalias, porque la tierra que pisas es santa". Los cuatro sostienen su libro, receptores del mandato del Señor, según el vidente del Apocalipsis: 'Recibe el Libro y devóralo": es el Libro de la Buena Nueva, de las Buenas Noticias del Reino de Dios, del Evangelio

De Jesús, en que 'se contienen los hechos y las palabras del Señor'. Los cuatro sostienen su Libro en actitud de llevárselo a la boca, para tragarlo, para devorarlo, para asimilarlo y hacerlo ser de su ser.

Una intensa reminiscencia genesíaca y cósmica emerge de la contemplación de esa lámina sublime en expresividad. Sitúate en el tercer día de la creación y te empaparás del alcance del alcance de las figuras del iluminador del Libro de los Testamentos: "Separó Dios las aguas de abajo de las aguas de arriba. A las aguas de arriba las denominó Dios 'Cielos' y a las aguas de abajo las denominó 'Mares'. Sendos serafines, con tres pares de alas, sostienen en actitud de emplear toda la fuerza, que hay en sus manos y en sus pies, para que permanezcan en sus lugares las aguas de abajo y las aguas de arriba. A lo que añade el Sacro Libro del Génesis: "y además puso Dios en medio del Jardín del Edén cuatro ríos, que recorren el sublime Jardín, que, con sus manos, plantó Dios, para disfrute del Adán primordial. Así nos enriquece con su noticia el autor genesíaco: "Un río brotaba de la felicidad del Paraíso y se dividía en cuatro brazos: el Phisón que rodea la tierrra de Evilath, donde se produce el oro. El segundo río es el Gehón, que rodea a la tierra de Etiopia. El Nombre del tercer río es el Tigris, que discurre hacia Asiria. El cuarto es el Éufrates. Los ángeles, que sostienen la sacra mandorla, tienen bajo sus pies, cada uno sus dos ríos, que, representan el Paraíso del Génesis, hacen anticipo del Paraíso, que representa la gloria de la Bienaventuranza, la suma y total felicidad de la gloria del cielo. Si quieres, puedes añadir a esta novedosa interpretación: los cuatro elementos heracliteos se resumirían así: el agua de los cuatro ríos del Paraíso primordial. El fuego, que emerge en Cristo mismo, que se define como "Luz del Mundo". La 'Tierra' que recibió tal denominación de Dios mismo, al separar aguas de abajo y aguas de arriba. Y el 'aire', por fin que inavde todos los resquicios del mundo creado.

Aquí dejo por hoy, mi comentario al iluminador que, tan maravillosamente, reflejó para el Rey Alfonso II el Casto la sublimidad de la obra de Dios. En una cuarta entrega, haré el comentario del Apostolado, que rodea al Pantocrátor, al Hijo de Dios e Hijo del Hombre, en la mística mandorla o almendra sacra, que nos habla del misterio por antonomasia de Jesucristo, Dios y Hombre verdadero. Una pregunta final: ¿estaría el iluminador pensando en la cuestión del adopcionismo de Elipando de Toledo, queriendo realzar en Jesucristo la doble naturaleza de Dios y de Hombre, en la segunda Persona de la Santísima Trinidad, con la posición de sus dedos en su mano diestra? Ahí queda para reflexión.

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