Internet es hoy en día una herramienta de uso cotidiano, como el teléfono o la televisión, por eso no entiende de edades. Escolares de tres centros de Oviedo y usuarios de algunos de los centros sociales de la ciudad, la mayoría septuagenarios, celebraron ayer en el Palacio de Congresos de Oviedo el Día Internacional de la red de redes participando juntos en una serie de actividades que sirvieron para demostrar que todos ellos utilizan las nuevas tecnologías. Eso sí, cada uno a su manera.

La mayoría de las personas mayores que estuvieron en el Calatrava, alrededor de treinta, usan internet con la misma finalidad. "Lo que más utilizo es el Whatsapp para que me envíen fotos de los nietos, pero también tengo Facebook e Instagram", explica Clara García, que acaba de cumplir ochenta años e incluso tiene un blog propio. "Eso sí, yo escribo lo que quiero en papel y después me lo pasan al ordenador", dice. Para ella las nuevas tecnologías son como un milagro. "Yo pensé que no iba a vivir jamás una cosa así. Soy natural de Ibias y cuando era pequeña allí ni siquiera teníamos agua ni luz. Cuando veía un avión pasar por el cielo encima de mi cabeza no podía ni creérmelo", asegura la mujer.

Génesis García, una niña del colegio Nazaret, usa internet de forma distinta. "Hay muchas maneras de usarlo. Se puede usar para hablar con tus amigos, para las redes sociales y para muchas cosas de ocio, pero también nos sirve a la hora de estudiar. Podemos buscar cosas interesantes, explicaciones de cosas que no tenemos muy claras... Todo depende del uso que le des", explica la niña. En el acto de ayer -organizado en el marco del programa Oviedo Emprende por el Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación (CTIC)- también tomaron parte alumnos de las Escuelas Blancas y de La Milagrosa, en total unos 170 escolares.

La diferencia generacional quedó reflejada en una de las actividades. Los organizadores les pidieron a los niños que se imaginasen que habían retrocedido al año 1984 y que se les había estropeado la caldera de su casa. Sobre una mesa había una serie de objetos y ellos tenían que arreglárselas para llamar a un técnico. Todos se tiraron rápidamente a un teléfono de los fijos, pero claro, no sabían el número que había que marcar. Tuvo que ser una de las mujeres mayores la que les dio la pista. "Tenéis que utilizar esa guía que está ahí, que son las Páginas Amarillas", les dijo a los niños.