Unas veinte personas se aprietan, entre globos y pasteles, al fondo de una pizzería de la Corredoria. Tarek Abdel, el gerente del local, dice, irónico, que Óscar Arias, un joven con síndrome de Down, "nunca ha faltado ni llegado tarde" que "a ver si hoy va a ser el día". Pero, como siempre, Óscar llega puntual a su puesto de trabajo. Y, de no ser por un grito de "¡sorpresa!" no hubiese tardado ni cinco minutos en ponerse el uniforme y comenzar con sus tareas. La exclamación le hace llevarse las manos a la cabeza y le arranca una sonrisa de la que es imposible no contagiarse.

Al homenajeado, que lleva cuatro meses trabajando en el local, le explican el motivo de la celebración, de la que no sabía nada. Después de cuatro meses en periodo de prueba le van a hacer fijo. Un contrato que firma sin dudar ante las lentes atentas de la prensa. "Mira a Cristiano Ronaldo" comentan desde el fondo, sacándole a Óscar otra sonrisa que se propaga como la pólvora. Tras la firma del contrato llega la rueda de prensa y atiende a los medios como dice su jefe que desempeña su trabajo "mejor que muchos otros". Celebra el momento y agradece el compañerismo que se vive en su trabajo, la actitud de sus jefes y la calidad del producto. "Las pizzas hay que comprarlas en 'Dominos'". Una lección bien aprendida que parece sincera viéndole dar cuenta de las que han sacado el resto de los trabajadores para celebrar el día.

Leonés de nacimiento, aunque vecino de la Corredoria desde niño, Óscar Arias tiene, a sus veinticuatro años, un currículum que ya quisieran muchos otros. Antes que en la pizzería ha trabajado en un gran almacén, en una mantequería, en la Feria de Muestras, en una residencia de ancianos y en un supermercado. Y es que "no hay nada que no pueda hacer" dice Marisa Fernández, técnico en el programa de empleo con apoyo de la asociación Down Asturias. Su madre dice de él que "al trabajo va cómo quien va a una fiesta", y él lo confirma. Habla con ilusión de su día a día, de las "incontables" cajas que es capaz de montar en un día, de cómo limpia y atiende las mesas. Pero es que, según Óscar ser camarero "era su sueño" desde niño. Por eso, cuando Tania, su mejor amiga, le dice que, "venga, que ya es hora de trabajar" no duda en vestirse de corto para ponerse manos a la obra. Ahora como fijo. Una noticia que sus compañeros dicen que no "debería serla".