Los restos de San Francisco Javier, el evangelizador de Japón, reposarán en la iglesia de la parroquia a la que da nombre en el barrio de la Tenderina. La curia de los jesuítas en Roma decidió donar a la parroquia ovetense varios huesos de su patrón, al reconocer la devoción existente por el mismo en la capital asturiana. Los mismos serán exhibidos por primera vez el próximo día 1 de diciembre, coincidiendo con la misa en la que se inaugurarán las reformas realizadas en el templo el último año y la celebración de las fiestas patronales en el barrio.

Se trata de la segunda donación de calado de los jesuítas a la parroquia. Hace años, los mismos religiosos ya regalaron una imagen del santo a los fieles de la Tenderina. El 1 de noviembre aprobaron enviar a Asturias los restos óseos del santo. Las reliquias llegaron en una teca dorada con fondo rojo y un certificado de autenticidad redactado en latín. Las mismas serán depositadas bajo el altar de la Iglesia tras veneración.

La intención del párroco, Alberto Reigada, es llegar al día señalado con las obras del templo prácticamente terminadas. Salvo el cimborrio, el cual será reparado posteriormente, y el exterior la iglesia presentará un aspecto muy renovado. "Ganamos el doble de capacidad y mucha luminosidad", indica acerca de unos cambios, acompañados por la creación de una capilla para las misas de a diario.

Los trabajos se retomaron hace un año tras un parón propiciado por la quiebra de la promotora encargada inicialmente de los mismos. El lavado de cara de la parroquia supone un esfuerzo económico de 800.000 euros, pero no se concluirá hasta dentro de unos meses, debido a los retrasos ocasionados por el mal tiempo a las actuaciones exteriores.

La puesta de largo del interior del templo y las reliquias se encuadrará dentro de las fiestas patronales de San Francisco Javier de la Tenderina. Los festejos se iniciarán el viernes de la semana que viene con la lectura del pregón. El sábado hay programado un certamen nacional de corales y un espectáculo musical infantil y el domingo, después de la misa se celebrará una paellada con unos 300 o 400 asistentes, en la que no faltará una degustación posterior de carbayones.