Javier Cercas y Manuel Vilas se subieron al escenario del teatro Filarmónica para hablar de sus respectivas obras, "Terra Alta", ganadora del premio "Planeta", y "Alegría", finalista del galardón, pero, en realidad, en la conversación hubo pocas alusiones a sus libros. La tertulia derivó más hacia su amor por la literatura, el valor de la palabra escrita y una obra que no era suya, y que planeó sobre el escenario casi todo el tiempo: el "Quijote".

Fue una de las tertulias del Campoamor (aunque desplazada esta vez de forma excepcional a otro teatro, lleno para la ocasión) organizada por la Fundación Municipal de Cultura, con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA, y con el periodista de este diario Tino Pertierra como presentador.

Respondiendo a preguntas de otros escritores como Carmen Posadas, Susana Fortes y Lorenzo Silva, los autores reflexionaron sobre su oficio, y una de las primeras cuestiones que salieron a colación fue el relativo desprestigio que tienen los autores superventas, algo con lo que ni Cercas ni Vilas se mostraron de acuerdo. "Considerar que si un libro por ser superventas es un mal libro es una idiotez monumental", dijo Javier Cercas, un extremo con el que Vilas se mostró completamente de acuerdo: "Cuando ponen dudas sobre los libros populares es que odian la literatura".

Cercas puso como ejemplo el "Quijote", una obra que tuvo un enorme éxito cuando se publicó y que fue denostada en su momento por ello. "Cervantes nunca hubiese obtenido el premio 'Cervantes' ", ironizó. Lo mismo ocurrió con Shakespeare en Inglaterra: sus obras tuvieron mucho éxito en su momento pero no fueron valoradas hasta mucho tiempo después. A juicio de los escritores, hay que juzgar un libro por lo que es, y no por la repercusión o las ventas que tiene. "El éxito literario no significa que el libro sea mejor ni peor", sostuvo Javier Cercas.

Vilas se refirió, abundando en esta cuestión, al desprestigio de los escritores profesionales. "En España hay cierta suspicacia cuando el escritor consigue vivir de su trabajo", aseguró, cuando, a su juicio, tendría que ser lo contrario. "Debería haber más escritores profesionales en España; cuando no los hay, quien sale perjudicada es la cultura; una sociedad que valore la cultura debería valorar a las personas que le dedican su profesión".

"Terra Alta" y "Alegría" salieron poco a colación, incluso después de que los autores repitieran varias veces el famoso chascarrillo de Francisco Umbral: "Yo he venido a hablar de mi libro" (Vilas llegó a imitar al escritor en el famoso episodio del programa de Mercedes Milá). En cambio, la pasión por la literatura y la posición de la sociedad sí fueron objeto de reflexión. Una de las cuestiones en las que profundizó Cercas fue en el papel del escritor como creador de opinión. El catalán dijo que la circunstancia, que se da en España y no es frecuente en otros países, de que los escritores escriban además en los periódicos tiene cierto peligro. "Porque el escritor en sus novelas no debe tomar partido", y así el lector comprende a personajes malvados como Ricardo III o en el cine se enamora de canallas como Vito Corleone. El ciudadano, en cambio, sí toma partido, y el columnista como tal también está obligado a adoptar una postura pública. "Yo he tomado partido como ciudadano", sostuvo Cercas. Esa doble vertiente sin equilibrio puede ser negativa, pero si lo hay resulta enriquecedora. Vilas, por su parte, sostuvo que "la literatura está al servicio de la grandeza de la vida, y un escritor va a plantear siempre conflictos".

Inevitablemente, salió a colación la figura de Galdós, que fue el centro de una polémica generada por un artículo de Javier Cercas en el que decía que no estaba a la altura de otro autores europeos. La lectura que hizo Vilas de esta polémica fue que "el artículo quería de manera absolutamente legítima abrir un debate sobre la figura de Galdós, y automáticamente fue contestado con dogmas y con una renuncia total al debate; él quería discutir cosas sobre Galdós y lo único que hubo fueron adhesiones fervientes".

Javier Cercas, por su parte, dijo que apreciaba el talento de Galdós, pero no su tendencia pedagógica en muchas novelas. "La literatura es muy útil siempre y cuando no se proponga ser útil; en el momento en que quiera ser útil se convierte en propaganda o pedagogía, y deja de ser gran literatura", sostuvo, y se mostró convencido de la decadencia de la literatura de los siglos XVIII y XIX en España, que no estaba a la altura, a su juicio, de otras literaturas europeas.

El valor de "La Regenta"

El escritor se refirió también a la lengua catalana, a la que han traducido algunos de sus libros: "El catalán es precioso, las lenguas no son culpables de nada; los culpables son los que las usan políticamente".

Hasta para explicar que el problema del idioma es forzado e interesado apareció el ejemplo de Cervantes. En el viaje a Barcelona del "Quijote" se junta a unos bandidos catalanes, y en el texto se intuye que "unos hablan en catalán y otros en castellano y se entienden, no hay ningún problema". Cervantes fue todo el tiempo ejemplo de tolerancia, del poder de la ironía como "una mano tendida al que piensa de una manera distinta a la tuya", según Vilas.

Cercas había calificado "La Regenta" como la mejor novela del siglo XIX, y en el turno de preguntas un hombre del público dijo con entusiasmo que la novela era superior a "Madame Bovary". Esta afirmación puso la conclusión perfecta a la charla. Javier Cercas la cerró con un rotundo "amén".