Majestuoso, sugerente, brillante son algunos de los calificativos con los que se podría definir el concierto ofrecido ayer por la Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA) en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, bajo la batuta del mexicano Carlos Miguel Prieto, y con la actuación del aclamado violinista chino Ning Feng, que tocó tres propinas con las que entusiasmó al público.

La primera interpretación fue "Cantabile" de Bach para violín solo; el "Capricho n.º 24" de Paganini y una adaptación del lied de Schubert "Elkoning" hecha por Ernest Grand.

El concierto resultó muy interesante porque se distinguió del repertorio más habitual para violín, con una interpretación muy difícil y que pone al violinista a prueba, que superó con un sonido brillante y muy noble, lo que consiguió por su técnica muy depurada, pero también por su magnífico Stradivarius Macmillan.

La obra con la que abrieron el programa del compositor mexicano Revueltas, compatriota del director Prieto, recoge la esencia del sonido mexicano, muy rico en cuestiones de ritmo, atractivo a nivel musical y que entusiasmó al público, por la fabulosa combinación del sonido a vals tradicional con melodías muy sugerentes al tiempo que la orquesta realiza una exploración rítmica con un resultado muy vanguardista.

El público se volcó en el concierto de la OSPA porque la obra se aparta de lo que habitualmente se escucha en un concierto sinfónico.

La segunda parte fue la interpretación de la "Sinfonía número 1" de Elgar, muy conocida, también por sus grandes proporciones. La OSPA tuvo que realizar una importante labor de conjunto al tratarse de una sinfonía muy compleja, con una enorme sonoridad y momentos muy majestuosos, sobre todo al principio y al final.

Carlos Miguel Prieto dirigió mostrando una natural y amplia gestualidad y con una enorme precisión.