Ignacio Caso regenta una ferretería en la calle Campoamor, que reabrió el 11 de mayo. "Una semana antes atendíamos con cita previa, la gente llamaba por teléfono y nosotros ya estábamos ordenando, limpiando y acomodando; y la primera semana, sobre todo, hubo mucho movimiento. Se notaba que el público estaba muy contento de que estuviéramos abiertos", asegura.
La gente, a su juicio, "estaba necesitando este tipo de comercio". No niega que el cierre le ha venido mal, porque su negocio "funciona con facturación a crédito y no había ingresos, y tuvimos que ir apañándonos".
Lo que más ha vendido es pintura e iluminación, sobre todo la semana inicial. "Los primeros días no parábamos, ahora está un poco más relajada la cosa", señala. Y destaca que la gente es respetuosa con las medidas: "Se cuidan y no se quieren mezclar; si ven gente dentro, esperan pacientemente a la entrada". Otro cambio que ha visto es que "ahora casi el 50 por ciento paga con tarjeta, cuando antes era un porcentaje mínimo". En cualquier caso, y de una forma u otra, Ignacio Caso cree que "hay que defender el comercio de proximidad".