La limitación del tráfico en la parte alta del Rosal y la calle Quintana, detallada el domingo por LA NUEVA ESPAÑA, no cogió ayer a nadie por sorpresa. Sin embargo, las opiniones divergen en función del tipo de negocio que se tenga en esas calles o de si se vive allí. En general, los vecinos ven con buenos ojos que pasen menos coches por el bien de su descanso y de la contaminación acústica y medioambiental. Lo mismo les ocurre a los hosteleros, que ven nuevas oportunidades de venta y más clientela. Sin embargo, la perspectiva de los comerciantes es distinta.

Hugo Suárez se ha decidido a poner terraza. Regenta el bar La Fontana del Rosal. "He solicitado permiso para poner terraza y al ser peatonal también podría colocar mesas en la acera de enfrente si me dejan. Eso es el doble de mesas. Es una medida que a la hostelería nos beneficia".

Si embargo, desde la misma calle, Rosa Velis, que está al frente de un taller de arreglos de ropa, expresa dudas sobre la peatonalización. "Cuanto más tráfico haya es mejor para el negocio porque le da más visibilidad. Tengo clientes que vienen exclusivamente en coche y paran un momento a coger sus encargos. Es mala época para hacer estos cambios con una crisis económica".

Entre los más prudentes está José Sanz, un artesano del cuero con local de venta en el entorno. Hasta que no vea si aumenta o disminuye su público no juzgará la limitación del tráfico. "Mucha gente de los barrios viene hasta aquí con el coche, así que si no pueden quizás me afecte, pero hasta que no vea el resultado no puedo saber si me beneficiará o no. No lo tengo claro", apunta.

El tráfico en las nuevas zonas peatonalizadas en las inmediaciones del Antiguo se reducirá entre un 60% y un 70%, según las estimaciones de los técnicos del área de Seguridad Ciudadana, liderada por el concejal José Ramón Prado (PP). El edil reconoce que habrá que esperar al paso de las semanas para realizar una nueva medición de aforos circulatorios.