La Fiscalía del Principado de Asturias va a solicitar en el juicio oral que se celebra mañana la condena de un acusado de acosar a una vecina con mensajes y llamadas anónimas durante más de un año.

El acusado, que conocía de vista a la víctima porque ambos vivían en el mismo edificio, en Oviedo, en una fecha no determinada del año 2016 comenzó a hostigarla procurando mantener oculta su identidad, bajo el pretexto de un supuesto enamoramiento, según el relato de la fiscalía. Así comenzó el acoso, que le llevó a introducir en su buzón varias misivas de forma anónima, en las que le decía que le gustaba y que el suyo era un amor no correspondido. Posteriormente pasó a enviarle cartas selladas, pero también de manera anónima, en las que le hacía ver que la tenía controlada, pues le decía qué pendientes llevaba, cómo llevaba el pelo o tenía pintados los labios.

Tiempo después, el acusado llamó al lugar de trabajo de la mujer e intentó hacerse con su contacto, estrategia que fue advertida por ella. Para tratar de identificar al autor, la víctima y una compañera llamaron desde el teléfono de esta última al número que había utilizado el acusado y él, creyendo erróneamente que el teléfono era su vecina, se dedicó a partir de ese momento a realizar constantes llamadas a ese dispositivo y a enviar mensajes a través de la aplicación WhatsApp, llegando en ocasiones a enviar hasta 30 mensajes diarios.

La afectada y su compañera bloquearon el número del acusado, que entonces empezó a mandar constantes mensajes vía SMS y a utilizar otros números de teléfono distintos. Para intentar que cesara en su actitud, en día no precisado, tras conseguir finalmente conocer la identidad del autor de las llamadas y mensajes, la acosada se personó en un bar que él frecuentaba y le dijo terminantemente que la dejara tranquila. Sin embargo, ese mismo día, el acusado subió a la red social Facebook varias publicaciones en las que decía que estaba enamorado de la mujer, aportando datos de la ropa que ella solía vestir, dándole con ello a entender que seguía teniéndola controlada en sus movimientos. Además, subió un video del establecimiento donde ella trabajaba, con referencias a su vida sentimental.

El acusado mantuvo esa conducta hasta enero de 2018, generando a su víctima inseguridad, estrés y ansiedad, por la que llegó a recibir asistencia médica tras una crisis.

La Fiscalía considera que los hechos son constitutivos de un delito de acoso y concurre la circunstancia agravante de reincidencia. Y solicita que se condene al acusado a 1 año y 8 meses de prisión y, además, que indemnice con 3.000 euros a su víctima por los daños morales causados.