Cuando la música se hace desde el corazón, con sinceridad y dando todo lo que uno lleva dentro se consigue seguir llenando recintos después de 26 años. Es lo que le pasa a "Camela", que ayer volvió a demostrar en el Auditorio Príncipe Felipe, dentro de la programación de San Mateo, que es la banda sonora de un país.

La banda que acompaña a Dioni y Ángeles suena como un cañón y ellos dos llenan el escenario con sus voces y sus movimientos. Dioni, que el 31 de octubre cumplirá "50 añazos", no puede estarse quieto. Entre giros, saltos y bromas perdió la petaca del pinganillo, se le aflojó el cinturón y se divirtió demostrando que aún le quedan unos cuantos años más para dejar las cabriolas con las que no ha podido ni la pandemia. "Mi mujer me dice que deje de hacer el salto del tigre en el escenario, que lo haga en casa", bromeó. Su cuñada Ángeles ya dejó claro que "llevo así 26 años, mi hermana le eligió pero yo tengo que aguantarlo". Lo dijo cuando Dioni echó a correr por el escenario con un taburete antes de que lo recogiese Agus, uno de sus asistentes.

Hacen música popular, de la que habla de amor y sentimientos, sin florituras, y eso llega al público. Da igual el tiempo que pase, cuando empiezan un concierto con "Corazón indomable", de 1997, el público empieza a bailar y cantar, en este caso con mascarilla y en sus butacas.

La carrera de "Camela" es una colección de éxitos que ayer fueron cayendo uno detrás de otro para delirio de sus fans, que estos sí que son incondicionales.

Como todos los músicos, "Camela" ha visto cómo le han suspendido conciertos. De las 80 actuaciones programadas desde marzo se han quedado en diez, así que ayer el sentimiento estaba a flor de piel. Al acabar la primera canción Ángeles tomó el micro para dar las gracias: "Es maravilloso subirse a un escenario y dar paso a la música", dijo. No pudo seguir mucho más allá de agradecer al público el uso de la mascarilla, "por la seguridad de todos". Se le saltaron las lágrimas.

El repertorio fue viajando a lo largo de las tres décadas que ocupa ya la trayectoria del grupo. "Sueños inalcanzables", "El calor de mi cuerpo", "Nunca debí enamorarme o "Háblale de mí". Antes de "La estación del querer" Dioni recordó que su padre es ovetense, una asturianía que reivindicó durante toda la noche, incluso cuando subió al escenario a su hijo Cristofer: "¿Te acuerdas de que el abuelo es de aquí y siempre que venimos nos pide fabes?".

Una noche de sentimientos, de verdades y de un público que disfrutó desde el minuto uno por la música y por el buen rollo que había en el escenario.

Una colección de clásicos que se cerró tras alrededor de dos horas de concierto con el Auditorio completamente entregado con dos bises, "No puedo estar sin él" y, claro, "Cuando zarpa el amor".