Jornadas más cortas, menos horas de espera y cajas más abundantes. Son las consecuencias de la regulación de descansos obligatorios estrenada ayer por el sector del taxi de Oviedo con el objetivo de adaptar la oferta al desplome de la demanda de servicios sufrida desde el inicio de la crisis sanitaria el pasado mes de marzo. “Antes echabas el día para hacer una caja mucho más pequeña”, indica Adolfo García desde la parada de la calle Federico García Lorca, satisfecho con la mejora, pero advirtiendo de la debacle de un sector duramente golpeado por las restricciones sanitarias y la escasez de ayudas para contrarrestar la caída de la actividad.

El descanso obligatorio de los taxistas es un debate que viene de muy atrás en Oviedo. El tripartito trató de imponer el mandato pasado la obligación de que cada uno de los 312 taxis de la ciudad descansase al menos un día a la semana. La medida llegó a instaurarse por decreto de Alcaldía, pero la mayoría del sector la rechazaba y tras acudir a los tribunales consiguieron tumbarla al considerar el juez que la normativa debía haber pasado por el pleno.

El confinamiento dejó casi a cero la actividad de los taxistas y en la desescalada la facturación cayó un 30% respecto al año anterior. Fue entonces cuando se planteó por parte de la Federación Asturiana del Taxi una regulación finalmente desechada por la oposición de Asotaxi, el colectivo mayoritario del sector en la ciudad, al que no convencía la medida.

Sin embargo, a la segunda nadie ha podido negar la evidencia. Las restricciones de la segunda ola causaron la pérdida de un 60% de las carreras diurnas y un 95% de los servicios de noche. El cierre de los bares de copas, la hostelería general y el pequeño comercio cayeron como un jarro de agua fría sobre unos profesionales que, esta vez sí, se aferraron a una regulación estrenada ayer con resultados satisfactorios. “Al haber 104 coches menos disponibles cuando trabajas pasas menos tiempo parado”, explica Adolfo García, taxista desde 1997 que actualmente vive su peor momento profesional. “Los servicios se limitan a traslados al HUCA y algún que otro trabajador”, apunta acerca de una actividad especialmente lastrada por el cese hostelero y turístico.

A pesar de aprovechar mejor el tiempo con la regulación del descanso, los trabajadores del taxi advierten de que la iniciativa no soluciona su dramática situación económica. “No ganamos ni la mitad que antes de la crisis y los gastos son prácticamente los mismos”, apuntan acerca de un sistema que en algunas semanas les obliga a mantener parado el vehículo durante tres días consecutivos.

Flota mermada

De lunes a viernes son 208 los taxistas operativos, mientras que los sábados y domingos la flota se reduce únicamente a 104. De esta manera, las esperas son más cortas y llevaderas. “Antes tenías que estar cuatro horas para hacer una carrera”, explica Miguel Feito, quien se incorporó a este mundo hace año y medio y asume con resignación su mala fortuna. “Llevo muy poco y la mayor parte del tiempo con esta situación”, indica en referencia a las consecuencias del coronavirus para el sector.

La intención de la patronal es prolongar los descansos obligatorios mientras dure el estado de alarma. De todos modos, los profesionales, al igual que el resto de la sociedad se encomiendan a la aparición de una vacuna milagrosa para revertir un panorama que pinta en bastos. “Hasta que no pueda hacerse vida normal y vuelva el ocio nocturno será muy difícil sacar dinero para cubrir bien los gastos y ganarse un salario digno”, coinciden los profesionales.