“Una deuda histórica” de Oviedo con la ciudadanía y con el casco antiguo. Así definió el Alcalde la problemática con el “Martillo” de Santa Ana, la actuación que más años lleva parada en Oviedo. Una deuda que Alfredo Canteli confía en que se salde muy pronto. Gracias, en parte, a la recuperación de relaciones de Iglesia y Ayuntamiento desde que comenzó su mandato. El Alcalde, a la salida de la misa en honor a Santa Eulalia de Mérida, patrona de la ciudad, quiso hacer hincapié en las “magníficas relaciones” que el Ayuntamiento mantiene con el arzobispado, y la confianza que deposita en ellas para que el proyecto del “Martillo” de Santa Ana termine de cristalizar. Una cuestión que lleva sobre la mesa de las dos instituciones desde el año 1991. Las buenas relaciones con el arzobispado quedaron ejemplificadas con una amplia presencia de concejales en la Eucaristía oficiada por el deán de la Catedral, Benito Gallego.

Actualmente, el arzobispado, propietario de la parcela, guarda como oro en paño su último –y posiblemente definitivo– proyecto para el “martillo”. Los planos, en los que sigue trabajando el arquitecto contratado por la Iglesia, contemplan la construcción de un nuevo edificio que, de acuerdo con fuentes municipales, contará con oficinas en altura para uso del propio arzobispado, unos bajos de uso comunitario y una parte destinada a “equipamientos”. Esos bajos está previsto que alberguen una sala para usos “del barrio”, algo que podría funcionar como un nuevo Centro Social en el casco antiguo de la ciudad. Aunque, según fuentes conocedoras del asunto, dichos planos están recibiendo sucesivas –aunque pequeñas– modificaciones desde hace meses. Y, aunque el Ayuntamiento ha podido ver ya algunas de estas versiones, el arzobispado aún no ha presentado la definitiva. Algo que, en el Consistorio confían que haga “pronto”, para que el proyecto sea realidad lo antes posible. De momento, además del Alcalde, el único que se ha pronunciado sobre el asunto ha sido Nacho Cuesta (Cs). El responsable de Infraestructuras anunció, tras ver el proyecto, que este tenía “muy buena pinta”.

Van a cumplirse treinta años de la primera licencia que se solicitó para construir en la parcela entre las calles Santa Ana y Canóniga. A lo largo de las décadas hubo múltiples intentos de sanar una de las grandes heridas del corazón del Antiguo, a escasos metros de la Catedral, pero ninguna llegó a buen puerto. La más reciente fue la que se presentó con el tripartito. Entonces, la Iglesia quiso rescatar su proyecto original, en el que convivirían viviendas y oficinas; pero la licencia de obra había caducado. Mientras tanto, quedaron las lonas municipales que decoran la calle Santa Ana.

Más allá de lo que ocurra con el “martillo”, las buenas relaciones de Ayuntamiento y clero podrían llevar a desbloquear otro asunto que les compete a ambos, la rehabilitación de la muralla en la calle Paraíso. Los trabajos deberían comenzar cuando el arzobispado, propietario colindante de una parte de la muralla, dé luz verde a las obras para el remozado del cerco medieval. El punto conflictivo, y que está retrasando la obra ya contratada, es un recrecido de ladrillo sobre la muralla que, pese a estar fuera de ordenación, otorga cierta “intimidad” a la casa sacerdotal. Es un asunto que el Consistorio está llevando con mucho tacto, tratando de encontrar la solución menos lesiva para los intereses de la Iglesia.