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La huella de De la Guardia en Las Caldas

El histórico arquitecto municipal dejó su sello en San Juan de Priorio con notables actuaciones en el balneario, las escuelas y el cementerio

Fotografía de boda de una pareja en el salón de los espejos del balneario de Las Caldas, tomada en 1990. | Á. F.

Las Caldas brindó al histórico arquitecto municipal Juan Miguel de la Guardia y Ceinos la oportunidad de dejar testimonio de su prolífico trabajo durante los últimos años del siglo XIX. Su prolífica obra en la ciudad de Oviedo encuentra reflejo en este pueblo ovetense con sus trabajos en el balneario, en las escuelas y en el cementerio.

De todas las actuaciones, la más singular fue el bloque arquitectónico destinado a matar el tiempo de la alta sociedad que se hospedaba en el balneario. El nuevo edificio tiene dos plantas. La fachada, con cinco vanos en cada piso, incorpora como elementos decorativos arcos, frontones curvos, pilastras jónicas, mascarones, frontispicio con el anagrama, sin olvidar las mochetas y las potentes ménsulas en las que apoya el antepecho de un balcón con una barandilla de forja. El piso inferior fue habilitado para el café, juegos de tresillo y billar, mientras que la planta superior, decorada con frescos de Arboleya, Casteñada y del Río, acogió bailes y conciertos de los que dieron buena cuenta “El Carbayón” y “El Correo de Asturias”. Arañas colgadas del techo y grandes espejos en las paredes completan esta estancia conocida como salón de los espejos, que es un trasunto del descrito en la novela “Galería de Espejos”, de Carmen Ruiz-Tilve y de los amplios salones de la casa del marqués de Requena (“La Espuma”, de Armando Palacio Valdés). Al lado de esta dependencia había una sala de lectura y una gran mesa de ping-pong dotada con luminarias. Por si fuera poco, el ilustre arquitecto dejó poco antes de fallecer, en 1910, un plano del entorno del complejo termal.

Portón de entrada al cementerio de Priorio | A. F.

La implantación de la enseñanza primaria en el contexto del Estado Liberal arrancó de la Constitución de 1812 –artículo 366– y la posterior Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857 acometió la ordenación general de la enseñanza en España. Una de sus primeras consecuencias fue la construcción de escuelas en los pueblos. Un edificio que, desde entonces, se convierte en seña de identidad al lado de la iglesia parroquial. Enseguida el destartalado nártex fue sustituido a partir de la década de los ochenta (siglo XIX) por un nuevo edificio en cuyo diseño vuelve a estar presente la mano de Juan Miguel de La Guardia. Recurre al ladrillo como elemento decorativo en los dinteles de las ventanas, línea de imposta y enmarque de la fachada del cuerpo central. A ambos lados dos crujías acogen espaciosas aulas precedidas por un amplio vestíbulo. Bien iluminadas por ocho ventanales permanecieron en funcionamiento hasta 1973 las dos y a partir de este año se mantuvo una mixta que cerró en 1980. El fin de la actividad educativa conllevó la rehabilitación de una de las aulas para un centro cultural que llevó el nombre del novelista Ramón Pérez de Ayala. Tuvo corta vida. Actualmente, tras una rehabilitación poco respetuosa por el consistorio, pues se recreció en altura tanto el aulario como la vivienda, está en manos de Proyecto Hombre.

El incremento de la población y el exiguo espacio del cementerio adosado al muro norte de la iglesia obligó a la construcción de un nuevo cementerio a poca distancia de esta. ¿Por qué se identifica a este prolífico arquitecto en su traza? Lo primero que te hace reparar en su autoría es el acceso entre dos pilares de ladrillo a los que se adosan dos pilastras del mismo material. Ambos se rematan con dos bloques pétreos cubiertos a dos aguas. El espacio entre los pilares se cierra con una imponente puerta de rejería neogótica que contribuye a dignificar el conjunto. Una tendencia del maestro es colocar la capilla frente a la entrada principal, aunque no se respete la orientación del testero hacia el este. La capilla tiene dos ventanas con arco apuntado, al igual que la puerta de acceso. Es de tamaño reducido con bóveda de crucería bajo la que descansan los restos mortales de tres párrocos. Detrás se construyó un habitáculo habilitado para morgue, pero en la actualidad sirve de almacén en el que se guardan escobas, fregonas, cubos, productos de limpieza, bayetas, estropajos con los que se lleva a cabo la limpieza y decoro del campo santo.

Una vez más esta parroquia se muestra pródiga en la custodia a lo largo de la Historia de un rico y variado patrimonio histórico-artístico que la hacen singular en el concejo de Oviedo. Su riqueza tanto natural como cultural debe ser preservada para evitar posteriormente lamentaciones que de nada sirven.

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