La segundo jornada del Festival de Jazz de Oviedo trajo al Filarmónica, con Andrea Motis y su quinteto un concierto de jazz para todos los públicos, asequible y disfrutón, de esos que ayudan a hacer afición al género entre algunos de los espectadores más jóvenes que ayer salpicaban el patio de butacas.

El grupo que acompaña a Andrea Motis, profesionales una generación mayor, sonó compacto y agradable en la hora y media larga junto a la cantante y trompetista. Hubo un altísimo porcentaje de “standards” y predominó ese patrón de blues, swing y bossa que tanto caracteriza a la joven intérprete, pero con un eclecticismo capaz de ir de Paulinho da Viola a “Antonia Font”, de Silvio a Lester Young, y, así, hasta terminar con “Mediterráneo” sin perder por el camino su característico sonido de fusión y ritmos latinos.

Motis y la banda estuvieron a gusto. Dijo que en una temporada de poder tocar tan poco estaba “muy contenta de estar en Oviedo”. Fue más cantante que trompetista, aunque con el instrumento estuvo muy inspirada y dejó melodías e improvisaciones muy hermosas. Los solos y las transiciones fueron a lo largo de todo el recital delicadas, suaves, sin excesos y con un discurrir armonioso. Mención especial merecen un par de momentos extraordinarios de Ignasi Terraza al piano y un solo de batería muy emocionante y caliente, de Esteve Pi.

El Festival de Jazz de Oviedo, organizado por la Fundación Municipal de Cultura junto al Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) prosigue el 12 febrero con el concierto del trío del pianista Abe Rábade.