En el balneario de Las Caldas hacen buena la máxima de que toda crisis puede convertirse en oportunidad. Los responsables del equipamiento inaugurado en 1776 están aprovechando el parón turístico para acometer una ambiciosa rehabilitación de varias dependencias, entre las que destacan las mejoras realizadas en el salón de los espejos, una instancia construida a finales del siglo XIX y de conocida riqueza arquitectónica.

El salón conserva todo el esplendor de la época, manteniendo las lámparas originales, los espejos y los lienzos del techo. Está decorado con frescos de Arboleya, Castañeda y del Río, y en su época acogió bailes y grandes conciertos dirigidos a la alta sociedad que visitaba el balneario. Cuenta también con grandes arañas de bronce colgadas del techo y amplios espejos en las paredes.

Actualmente, los trabajos de rehabilitación se están centrando en la recuperación de las columnas y puertas, así como en los espejos recubiertos con pan de oro. “Prevemos que los trabajos se alarguen durante un par de meses”, indica el director del hotel, Fernando Sánchez Vallina, subrayando la importancia de aprovechar la ausencia de visitantes a causa del coronavirus para acometer unas mejoras orientadas a atraer más visitantes cuando pase la pandemia.

El complejo turístico fue adquirido en la primavera de 2019 por el operador balear Grupo Roxa, según fuentes cercanas a la operación, por unos doce millones de euros con el objetivo de dar una vuelta a su modelo de negocio y atraer más visitantes.